Poemarios
- Canciones para una música silente. Antonio Colinas. Siruela, 2014.
- Cicatriz. Charles Wright. Vaso Roto, 2014.
- Desde el balcón del cuerpo. Antonella Anedda. Vaso Roto, 2014.
- Cuaderno de brotes. Vicente Gallego, 2014.
- La hija del capitán Nemo. Celcilia Quílez, Calambur, 2014.
- Testigos del asombro. Beatriz Villacañas. Vitruvio, 2014.
Canciones para una música silente.
Antonio Colinas. Siruela, 2014.
Antonio Colinas: «Hemos cometido el error de reducir la poesía a lo intelectual».
Javier Rodríguez Marcos en El País Cultura.
Antonio Colinas vive en un sexto piso con vistas a una iglesia ajena durante siglos al bullicio de la actualidad, pero las consignas de una manifestación —«igualdad, trabajo»— se filtran esta mañana por la ventana del poeta. No es raro, pues, que el presente se haya colado también en el libro que acaba de publicar, Canciones para una música silente (Siruela), un apretado conjunto de versos que recoge todas las estaciones recorridas por su autor desde que hace tres años reuniera en un volumen de mil páginas su poesía completa. Un viaje a China, un instante arrebatado en Cartagena de Indias o una seca meditación en el páramo leonés conviven esta vez con una sección de «poemas civiles» que, por contraste con su obra anterior, él define como «chocante y osada».
Cicatriz.
Charles Wright. Vaso Roto, 2014.
«Cicatriz. Charles Wright».
Carlos Alcorta en Carlos Alcorta ~ Literatura y arte.
No resulta fácil escribir sobre aquellos libros que, por una u otra causa, nos deslumbran, aunque aparentemente parezca lo contrario, porque ese deslumbramiento corre parejo a una sensación de incertidumbre que, en muchas ocasiones, bloquea, paraliza la propia escritura. Es necesario dejar ese libro del que hablamos en la estantería, dejar reposar la impresión que nos produjo su primera lectura en los pliegues de la mente y retomarlo pasados unos días o unas semanas, según el caso. Algo de esto me ha ocurrido con Cicatriz, el último libro traducido al español de Charles Wright (Pickwick Dam, Tenesse, 1935), autor a quien se le viene prestando un meritorio interés en nuestra lengua.
Desde el balcón del cuerpo.
Antonella Anedda. Vaso Roto, 2014.
«Desde el balcón del cuerpo de Antonella Anedda»
José de María Romero Barea en elplacerdelalectura.com
Los poemas Desde el balcón del cuerpo (Vaso Roto, 2104) suponen una vuelta a los temas esenciales del hombre y la mujer contemporáneos: el sufrimiento, el sentido de lo trágico, la guerra, la meditación sobre el tiempo, el destino de nuestro mundo. La intensidad de su autora, la italiana Antonella Anedda, surge de estos temas y está profundamente ligada a la tensión ética de su escritura, donde se entrelazan el espíritu poético y el cuestionamiento filosófico. Esta profundidad, sin embargo, llega reconciliada con la ligereza, en una poesía que une la tragedia y la comedia, donde la atención al detalle se conjuga con la introspección más aguda y el dolor con la suspensión del sufrimiento.
Cuaderno de brotes.
Vicente Gallego, 2014.
«Brotes de Vicente Gallego».
Sergio Fernández Salvador en Mitos y Flautas.
Las cosas naturales vuelven siempre, escribió Unamuno en endecasílabo memorable. En correspondencia, no es sino gratitud elemental que a ellas vuelva la poesía, en verso o en prosa, caso de Cuaderno de brotes, último libro de Vicente Gallego. 25 años han transcurrido desde La luz, de otra manera. Y cosa natural como ninguna es que los poemas del autor hayan ido modulando su voz de la mano del hombre, acompañando al poeta en su discurrir vital, en su decantación. Por eso, apreciando uno los libros primeros de Vicente Gallego, prefiere los últimos, libros y poemas de serena celebración. La reseña que sigue, publicada en el último número de Clarín, da más detallada cuenta de ello.
La hija del capitán Nemo.
Celcilia Quílez, Calcambur, 2014.
«Cecilia Quílez. La hija del capitán Nemo»
Rafael Escobar en ResBlues
En el capitán Nemo, Verne trazó el perfil de un autoexiliado, un ser hipersensible que desahoga su extrañamiento ante el mundo en la fabulación de otra identidad capaz de integrar el intelectualismo, el afán de justicia y el resentimiento, quizá a la espera de que se opere su conversión mágica en otro auténticamente habitable. Por ello resulta del todo pertinente reivindicar su genalogía para, aun sin proponérselo, sentar cátedra sobre el desencanto y su hipotética redención en la soledad elegida, tal y como hace Cecilia Quílez en su nuevo y excelente poemario.
Testigos del asombro.
Beatriz Villacañas. Vitruvio, 2014.
«El asombro de Beatriz Viallacañas»
Linda d’Ambrosio en El Universal
En los tiempos que corren, resulta muy gratificante que algunos sigan siendo capaces de desentrañar la belleza que existe en cuanto nos rodea y nos presten sus ojos para contemplarla. Tal es el caso de Beatriz Villacañas, la escritora española que presentara hace unos días en Madrid su poemario «Testigos del asombro».
Villacañas es una autora cuya sensibilidad, en lugar de verse coartada por aspectos intelectuales, se ve alimentada por ellos. Baste aducir en prueba de su formación y competencia el hecho de que es profesora en la Universidad Complutense de Madrid, en donde recibió el título de Doctora en Filología Inglesa, y que es Miembro Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.