Los que bebemos del pozo, no hemos de olvidar a aquellos que lo cavaron - Refrán chino



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Documento - Grupo A-7. Segunda parte
Matsuo Bashô. Haiku de las cuatro estaciones. Versión de Emilio Ruiz Parra. Vaso homenaje a Japón, 1989
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Homenaje a Matsuo Bashô. El Haiku y Matsui Bashô
Ofreda
Haiku de las cuatro estaciones de Matsuo Basho
Emilio Ruiz Parra

 

Este reportaje recoge el homenaje que a Matsuo Bashhô le tributó A-7. Durante el primer número de Ibi Oculus tuvimos la ocasión de disfrutar del ciclo de los vinos nobles de esta tertulia desde su creacion hasta el año 2002 (AQUÍ).

Los textos y algunas ilustraciones empleados para la elaboración de esta muestra proceden de los cuadernillos en edición no venal publicados por A-7 sobre los reportajes descritos, proporcionados amablemente por el poeta Emilio Ruiz Parra y su mujer Franca López Figueroa. Los cuadernillos pertenecen a la colección «DESDE el empotro», que editaba el propio grupo A-7 en Valdepeñas.

 

Homenaje a Matsuo Bashô. El Haiku y Matsui Bashô



Matsuo Bashô, en el emplazamiento del templo Chuson-ji, al lado
de
 la sala Konjiki-do, en Hiraizumi, fuente de inspiración del haiku;
Samidare no / furi nokoshite ya / hikari dou. (Los largos días lluviosos /
no han disminuido el brillo de / esta gran sala de luz.), Japón.
FUENTE:
http://tonymcnicol.com/

 

Recojemos a continuación las palabras de presentación del cuadernillo que para la obra de Bashô preparó Emilio Ruiz Parra.


«Homenaje a Matsuo Bashô

El 27 de marzo de 1.689, iniciaba el poeta japonés Matsuo Bashô «Las sendas del Oku», el más famoso de sus viajes poéticos a través del Japón, convirtiéndose en un explorador solitario que viaja por las asperas provincias del norte de la isla, buscando los valores estéticos y morales que él cree se han perdido con el progreso de la civilización.

 

Con motivo de cumplirse el tercer centenario de esta salida, en muchos aspectos equiparable a las de nuestro idealista Don Quijote, su pais natal celebra esta efeméride con homenajes y tributos de reconocimiento y admira­ción. Valdepeñas, una ciudad en un ´lugar de la Mancha´, a través de la Tertulia Literaria ´Desde el Empotro´, quiere unirse también al homenaje al más grande escritor de haikus conocido. Para lo cual publica esta modesta colección de algunos de sus famosos poemas, que fueron leídos en un Vaso Poético Especial, en Bodegas A7, el día tres de septiembre de 1989 en la ciudad de Valdepeñas, en honor de tan ejemplar y significativo poeta oriental».

 


El Haiku y Matsui Bashô

 

Desde el otro extremo del mundo. desde el Extremo Oriente, nos llega el haiku.

 

El haiku no es sólo una exótica forma estrófica. Es, tambien, la más sutil y a la vez quintaesenciada expresión de la poesía. Utiliza, en su formulación originaria, en su idioma inicial, las palabras de puntillas. Siendo expresión de la realidad, la realidad queda con él levitada, sin poner apenas los pies -la palabra- en el suelo.

 

El haiku, sépase, es lo menos que se da en palabras; lo más que se puede dar en poesía. Por la economía de las primeras, Ramón Gómez de la Serna dijo en una de sus greguerías que ´el haiku es un telegrama poético´. Apunta directamente a la esencia pre-simbólica. Por eso su forma es generalmente un sintagma nominal sumamente breve; y si se incluye algún verbo, este aparece desposeído de flexiones temporales. Está instalado en la eternidad absoluta.

 

De ahí la dificultad de verterlo a las lenguas occidentales: sus traducciones dan un reflejo demasiado pálido de su fuerza original, de su imaginatividad siempre abierta. Porque al pasarlo a una lengua discursiva, cargada de partículas y nexos, se borra en parte la evocación. La explicitación, necesaria a las mentes de este lado del mundo, lo sitúa inevitablemente en el discurso temporal. Pero al menos le abre su entraña críptica, (se ha dicho que lo más importante del haiku no es lo que dice, sino lo que no dice), para nuestro gozo.

 

El más grande poeta del haiku es Matsuo Bashô, que vivió en Japón entre 1644 y 1694. Educado como samurai, al morir su señor entró en contacto con la sabiduría Zen y se hizo peregrino por todo Japón, con una vida de pobreza buscada de propósito. Entregado a una vida natural, vivificar la naturaleza, no destruirla, es la vocación poética y vital de Bashô, el primer poeta ´ecologista´.

 

Emilio Ruiz Parrra».

                                                                                                                                    



Ofreda

¡Silencio! que la cigraa
quiere con su voz
perforar la montaña.

Ni flor ni luna existe:
Bebo sake...
y mi soledad persiste.

Río Mogami de aguas limpias
que al sol llevas contigo
y a la mar lo precipitas.

Del salto de la rana
sobre el estanque viejo:
queda... el ruido del agua.

En el viaje caigp enfermo,
mis sueños vagan sin rumbo
por un páramo desierto.

 

 


                                                                                                                                    

 

  



Haiku de las cuatro estaciones de Matsuo Bashô

Versión libre de Emilio Ruiz Parra 
      
 
FOTO: http://www.travelnauta.com
  

                                                                       
PRIMAVERA


 

La primavera ha venido
y en la bruma la colina
se perdió: se ha diluido.

 

 

Brisa ligera
la sombra de la glicinia
apenas tiembla.

 

 

Con el olor del ciruelo
surge el sol de la montaña
y echa a andar por el sendero.

 

 

¿Qué árbol florece y trae
este perfume hasta mí
por el aire?

 

 

Sabed que el ojo no encuentra
en el crisantemo blanco
la más mínima impureza.

 

 

La bahía en primavera
se ha adornado con las flores
que le rinde la marea.

 

 

¿Buscabas al ruiseñor?
Por delante de las zarzas, tras el sauce
parece estar su canción.

 

 

El cucú, canta.
Pero su canto se queda
sobre el agua.

 

 

¿Despierta, despierta!
¿Quieres ser mi amiga,
mariposa? ¡Vuela!

 

 

En sus alas llevan
ay, las mariposas perfume de orquídeas
y su aroma asedia.

 

 

Matinal tormenta: los frutos del loto
caen en el zumbido
de los estorninos.

 

 

Al agua del lago
las flores se arrojan.
¿Se habrán asustado?

 

 

¡De qué mala gana
desde la peonía
la abeja se marcha!

 

 

Escapa de parte a parte
a cada racha de viento
la mariposa en el sauce.

 

 

Siempre el gusano de seda
cuando las lluvias de mayo
toma el sol en las moreras.

 

 

Y por la noche
los gusanos, en el árbol
bajo la luna se esconden.

 

 

El nido de las cigüeñas
lo hallarás entre las hojas
del cerezo en primavera.

 

 

Ni a noche ni a alba,
la flor del melón, por siempre tan breve,
parece asignada.

 

 
El iris y el agua
¡Cómo se parecen
cuando se comparan!

  

De mayo las lluvias
más cortas sus patas
dejan a la grulla.

 
                 

¿Será intimidada,
por el rostro alegre de la flor, la luna
de siempre tan pálida?

 

 

Mariposa en vuelo:
sobre el haiku chino
tu respuesta quiero.

 VERANO


 

Se fue la primavera:
se lamentan los pájaros;
los peces lacrimean.

 

 


En mi cuarto han entrado
montañas y jardín.
Me los trajo el verano.

  



Mirad la luna asomada
al río antes de que corten
los juncos de la cañada.

 

 


La puente está suspendida
de las plantas trepadoras.
A ella se agarra la vida.

 

 

 

Canta el cucú.
Filtra la luna un bosque
de bambú.

 

 

y en la llanura,
libre de todo, canta
la alondra sin mesura.

 

 

Pían las codornices. Se estremecen.
Y es que al halcón sus ojos
se le oscurecen.

 

 

 

De puntillas en la yerba,
si la brisa la remueve
alza el vuelo la libélula.

 

 

 

En la cascada
las agujas del pino
se desparraman.

 

 

 

Durante la luna llena
la marea alta se atreve
a llegar hasta mi puerta.

 

 

Comienza su temporada
el mel6n. ¿Lo parto en trozos
o en tajadas?

 

 

 

Junto al manantial, escala
un cangrejito mi pierna.
¡Mal hizo en dejar el agua!

  

 

Pescador en su cabaña.
¿Por qué se sorprende hallando
extraño un grillo en las gambas?

 

 

Es tan humilde mi techo
que tan sólo puede daros
los mosquitos más pequeños.

 

 

Bebamos toda la noche
para hacer con el tonel
después un cesto de flores.

 

 


Templo de Suma:
desde la sombra de un árbol
oigo las flautas antiguas.

 

 

 

Se va el verano.
Oscuro es el zumbido de los mosquitos
en el establo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 











FOTO: http://www.yun.com
 

  

 

 

 
FOTO:
www.ecoaddiction.com/                                   



OTOÑO


Nadie podría decir
que el canto de la cigarra
se está acercando a su fin.


El mismo paisaje puede
oir la cigarra y ver
a continuación su muerte.

 

 

Otoño empieza:
En la cima de un árbol, una cigarra
hecho cadáver, su cuerpo deja.

 

 

El sol será ardiente y rojo.
Pero el viento, sin embargo,
es de otoño.

 

 

Tañido de una campana.
Va extendiendo su son
entre la bruma del alba.

 

 

De cuando en cuando, por cortesía,
se separan las nubes
para abrir a la luna su celosía.

 

 

Sopla el viento, impenitente,
de otoño. Mas los erizos
de las castañas son verdes.

 
 

 

Sobre los campos de arroz
desde el este o el oeste
el viento asomó su voz.

 

 

Tarde de otoño. Un cuervo
se ha posado en la rama reseca
del árbol viejo.

 

 

Luna llena.
Desde las colinas de los arrozales
se extiende la niebla.

 

 

En la humilde choza aúlla
un perro
bajo la lluvia nocturna.

 

 

La luna estuvo vagando
toda la noche de otoño
por las orillas del lago.

 

 

Árbol de otoño:
tres hojas, mustias,
quedan tan sólo.

 

 

Las hojas del árbol mueren
y todo queda desierto.
Sin duda, Dios está ausente.

INVIERNO

 

Las primeras nieves
-¡qué felicidad-
¬de visita vienen.

  

 

Caen las nieves primeras
sobre el narciso. Y sus hojas
se inclinan en reverencia.

 

 

Jardín en invierno:
la luna, delgada,
y una voz de insecto.

 

 

Se ha escondido el viento
entre los bambúes.
Espera el momento.

 

 

En los arrozales
―lluvias frías de invierno―
van alborotándose las oca s salvajes.

 

 

Mientras canta el gallo
la lluvia de invierno
cae sobre el establo.

 

 

De escarcha vestido,
cubierto de viento,
un niño, aterido.

 

 

Sol tenue de invierno:
sobre mi caballo
mi silueta es hielo.

 

 

Pediría prestadas
al espantapájaros
sus ropas ajadas.

 

 

El biombo chino
ve como en invierno
se amustian sus pinos.

 

 

Golpean los remos
las aguas, heladas:
les arrancan lágrimas.

 

 

Es dura la helada
de esta noche. Tanto
que el cántaro estalla.

 

 

Tengo frío en los labios.
El viento de otoño
me hiela si hablo.

 

 

y ahora, vayamos
a mirar la nieve
hasta estar cansados.

 

 

La nieve que cae
es la de otros días
¿o es otra este año?

 

  



























FOTO: 
http://web-japan.org

  


                                                                                                                                     


Emilio Ruiz Parra

Emilio Ruiz Parra nace en el 1931 en Valdepeñas (C.Real), donde vivió hasta el 1949. Desde allí realizó sus primeros trabajos literarios y publicaciones, colaborando en las revistas de La Mancha- Balbuena, Albores...-y en el diario Lanza donde lo presentó con un poema, Juan Alcaide.

En 1947,obtuvo su primer premio literario por un ensayo de tema cervantino.

Desde 1949 hasta 1970 residió en Andalucía, donde fundó y dirigió dos Revistas literias: Aljaba, en Jaén (de la que se ha realizado una edición facsímil en 2002) y Revista del Mediodía en Córdoba.

En 1955 se Licencia en Derecho, e ingresa en el Cuerpo de Técnicos del Banco de España. En 1970 lo hizo asimismo en el Cuerpo especial de Inspectores de Finanzas, siendo en 1988 nombrado Secretario General del Fondo de Garantía de Depósitos Bancarios, cargo en el que permaneció hasta su jubilación en 1999. Como especialista en derecho financiero, ha impartido conferencias y cursos diversos. En Méjico dirigió e impartió personalmente un curso sobre la crisis bancaria española, destinado a los directivos de los Bancos Centrales Hispanoamericanos, en el C.E.M.L.A., organismo de la O.E.A. Varias de sus conferencias han sido publicadas.
 
En el ámbito poético hizo su primera publicación extensa en una separata de El País Gráfico de La Habana en 1951.
 
En 1965 se publica Cabo de Buena Esperanza, su primer libro poético en España (-colección Adonais- de cuyo premio fue finalista). En 1973 Carnaval, que obtuvo el premio Doña Endrina- provincia de Guadalajara. En 1993, Crónica de un tiempo de Bonanza finalista del premio Ricardo Molina en Córdoba. Crónica Helena, fue Premio Rafael Morales, en 1999. Posteriormente, Ejercicios en Libertad (2000), Perdurará por siempre la palabra (2002).
 
Y entre todas sus publicaciones, los libros Juan Alcaide en su verso (1975) y La Vidriera y Antonio Povedano (1983).

En los últimos años ha obtenido los Premios «Teresa de Jesús» y el «Vicente Aleixandre».



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