Los que bebemos del pozo, no hemos de olvidar a aquellos que lo cavaron - Refrán chino



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Zoom poesía coreana
Introducción y antología de Pío E. Serrano
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FUENTE:
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Seoul-Deoksugung-01.jpg

 

Palabras de presentación
Breve introducción a la poesía Coreana
Antología

Yi Sang  (Seúl, 1910-Tokio, 1937)
Kim Namjo (Daegu, Corea, 1927)
Ko Un (Kunsan, 1933)
Oh Sae-young (Young-Guang, 1942)
Choi Seung-ho (1954)
Ki Hyoung-do (1960-1989)

Traductores y revisores



Palabras de presentación

La editorial Verbum, en su apuesta por la especialización, nos ha dado a conocer voces poéticas de sostenido prestigio en sus países de origen, pero poco o nada conocidas en el panorama poético español. Este es el caso, entre otros, de su catálogo de poesía coreana, constituyéndose en un referente a nivel nacional. En este número de Ibi Oculus, hemos querido hacernos eco de esta andadura de la mano del director de esta casa editorial, Pío E. Serrano.  

 

 




Breve introducción a la poesía coreana
por Pío E. Serrano


La literatura coreana, casi tan antigua como la china y más reciente que la japonesa, acumula una enorme riqueza prácticamente desconocida para el lector occidental. Oculto entre los poderosos extremos que constituyen las literaturas china y japonesa, el acervo literario coreano ha permanecido invisible durante siglos. Sin duda la convulsa historia de la península de Corea ha favorecido ese silencio. Cerrada a Occidente hasta bien entrado el siglo XIX, debió sufrir sucesivas invasiones japonesas, la última entre 1910 y 1945, período en que se llegó a prohibir el uso de la lengua coreana. Con la independencia, después de la segunda guerra mundial, la sociedad coreana conoció un considerable renacimiento de su identidad, expresada, principalmente, por la recuperación de su lengua y por un rejuvenecido fervor por la literatura, por otra parte, nunca abandonadas a pesar de las represiones.

 

La civilización coreana con cuatro mil años de historia y altamente influida por la cultura china desde la antigüedad, desarrolla su primer cuerpo poético en caracteres chinos. Esta etapa, con una temática vinculada a mitos religiosos y leyendas, conoce su florecimiento entre los siglos I a.C. y  X, durante los períodos de los Tres Reinos y del reino unificado de Sil-la. De esta época data la primera compilación poética, recogida por el monje budista Iryon.

 

Durante la dinastía Koryo (935-1392) la poesía coreana observó un doble tratamiento. Los aristócratas desarrollaron el estilo kyonggi, de rígida estructura y dedicado, sobre todo, a cantar a la naturaleza. El pueblo llano cultivó la changga, o poemas largos, compuestos por numerosas estrofas de diez o más versos, la mayor parte de ellos de temática amorosa. Por otra parte, el empleo de tipos móviles de imprenta desde 1234 contribuyó a una mayor difusión de la literatura entre amplias capas de la sociedad coreana. Hacia el final de la dinastía Koryo surgió la estrofa más conocida de la poesía coreana, el sijo, de una importancia para Corea semejante a la de las tankas para Japón. La palabra sijo significa «melodías de la época o del tiempo», y originalmente sus composiciones fueron concebidas para ser cantadas, acompañadas por instrumentos musicales. Aunque las melodías se han perdido, muchos de sus textos han sobrevivido. El sijo era una estrofa de tres versos, compuestos los dos primeros entre 14 y 15 sílabas, y el tercero por una rígida estructura de 3, 5, 4 y 3 sílabas, es decir, siempre de 15 sílabas. La composición silábica del sijo quedaba, pues, integrada por un total de 43 o 45 sílabas. La rima no constituía un elemento imprescindible, aunque pudo estar presente; la aliteración, sin embargo, tiene una mayor presencia. En el curso de la última dinastía coreana, Choson o Yi, (1392-1910), el sijo alcanzó tratamientos más elaborados y su temática llegó a cubrir indistintamente la naturaleza, el amor y otros motivos líricos, incorporándose a ellos poemas filosóficos de ascendencia confuciana y budista.

 

En el curso de la dinastía Choson o Yi se produjo un acontecimiento que habría de dar una notable singularidad a la literatura coreana. En 1443 el emperador Se-yiong dispuso el uso generalizado de un alfabeto, el Jan-gul, de estructura silábica, vigente en la actualidad y uno de los de mayor precisión científica del mundo. Esta circunstancia amplió significativamente el dominio de la escritura y el hábito de la lectura entre extensas capas de la sociedad coreana. Surgieron nuevas formas estróficas, como el kasa y el chapka, ambos compuestos por versos entre 4 y 8 sílabas, formando estrofas de una extensión ilimitada.

 

A partir de 1910 la poesía coreana se incorpora a la modernidad y muchos autores abandonan las formas tradicionales para experimentar con el verso libre y las nuevas corrientes poéticas que, como el simbolismo y el surrealismo, comienzan a llegar de Europa. Los escritores coreanos, en un momento en que su país estaba ocupado por Japón, pudieron ampliar sus estudios en las universidades japonesas. Desde fecha muy temprana, el profesor japonés Nishiwaki Junzaburu, tras una larga permanencia en Francia, había llevado a Tokio los aires renovadores de la vanguardia europea. Influido por estas novedosas ideas se integra el grupo «Generación del 34», donde se integran algunos de los más renovadores poetas coreanos, entre ellos el genio poético de Yi Sang, muerto tempranamente a los 27 años de edad. La poesía coreana ya no volvería a ser la misma.

 

Lo sorprendente de la poesía coreana contemporánea se revela en la riqueza y variedad de su escritura. La actual poesía coreana no sólo ofrece textos esotérico y místicos, en términos filosóficos o religiosos como el lector occidental espera de toda escritura oriental, sino también textos que tienen que ver con el amor, el compromiso social, el mundo cotidiano y su lenguaje coloquial, sin olvidar la perplejidad y angustia de nuestro tiempo.

 

La disímil dicción de los poetas que presentamos, su variada temática y sus diferentes adscripciones generacionales constituyen una muestra significativa de la excelencia alcanzada por la poesía contemporánea de Corea, una escritura que merece igual atención que la producida en China y Japón.

 
A pesar de la tardía presencia en español de textos poéticos coreanos, el lector español ya puede acceder a algunas de sus figuras cimeras gracias a recientes traducciones publicadas por Editorial Verbum. Es el caso de los poetas: Han Yung-un (1879-1944), So Chong-ju (1915-1992), Yun Tong-ju (1917-1945), Kim Chun-su (1922), Chon Sang-byon (1930-1993); y de los poetas aquí recogidos: Yi Sang (1910-1937), Kim Namjo (1927), Ko Un (1933), O Saeh-young (1942), Choi Seung-ho (1954) y Ki Hyoung-do (1960).

 

 




Antología
Por Pío E. Serrano



Torre de Seul

 

Yi Sang  (Seúl, 1910-Tokio, 1937)

Breve semblanza bio-bibliográfica

Quizá ninguna otra figura de la literatura moderna coreana resulte tan provocadora y atractiva como la de este poeta y narrador. Autor de una obra variada y sugestiva, Yi Sang representa el momento más alto de la vanguardia de su país y, consecuentemente, el más inquietante quebrantamiento de su literatura. Las transgresiones lingüísticas de su escritura se unen al desasosiego de su hiperestesia, al cultivo de la ironía y la ambigüedad, a un desolado sentimiento de absurdidad y de extrañamiento espiritual, a una recurrente retórica de la autodestrucción y al irreverente trasiego de una erótica que cobra vida en símbolos y metáforas desconcertantes que lo distancian de los valores literarios de sus contemporáneos.

El crítico brasileño Haroldo de Campos escribió: «Yi Sang es el experimentador más extraordinario de la literatura coreaa contemporánea. Cando escribe poesía y prosa en un estilo esbozado, anticipadamente ‘minimalista’, no sólo parece un émulo oriental del dadaísmo constructivista (a la manera de Kart Schwitters), sino, sobre todo en los cuentos, o mejor dicho, en los textos nominalmente en prosa, se acerca en algunos aspectos a la Gertrude Stein de los juegos tautológicos con la sintaxis, y al Beckett de las reducciones a la nada del lenguaje».

Se puede consultar en español A vista de cuervo y otros poemas (Edit. Verbum, 2003).


 


Del poemario 
A vista de cuervo y otros poemas
(Edit. Verbum, 2003)

 



POEMA 9

 

Al cabo de días y días de soplar calientes ventarrones, una gran mano se posa en mi cintura. En cuanto sientas la presencia del sudor entre los valles resplandecientes de huellas dactilares, dispara. Voy a disparar. Siento el peso del arma y su boca grasienta en los intestinos. Acto seguido cierro los ojos como si apretara el gatillo; sin embargo, en lugar de la bala ¿qué escupió la boca del arma?

 

 

POEMA 10

 

Observo una mariposa agonizante en el desgarrado papel de la pared. Se trata de una ventana secreta por la que se accede al mundo del más allá. Un día observo una mariposa agonizante en la barba que aparece en el espejo. La mariposa alicaída bebe del rocío que humedece mi boca. Si cubro bien la ventana secreta y muero la mariposa saldría volando. Deseo que las palabras no escapen al exterior.

 


POEMA 12

 

Manojos de ropas sucias revolotean en su caída. Blancas palomas en una bandada. Se ha terminado la guerra en otro lado del cielo, que no es mayor que la palma de la mano; es el anuncio de la paz. Otra bandada de palomas lava la mancha del cuello. En este lado del cielo, que no es mayor que la palma de la mano, comienza una guerra sucia matando con palos a las blancas palomas. Cuando el negro hollín del carbón mancha el aire. Una bandada de blancas palomas huye de nuevo hacia otro lugar del pequeño cielo.

 

POEMA 13

 

Mi brazo, que todavía sujeta en su mano la navaja, cayó al suelo. Si me fijo bien, está muy pálido, de un tono amenazador. Mis brazos perdidos se convirtieron en candeleros que decoran mi habitación. Ellos parecen tener miedo de mí. Esa delicadeza sutil me agrada más que un tiesto de flores.

 

 

 





Kim Namjo (Daegu, Corea, 1927)

 

Breve semblanza bio-bibliográfica

Es la figura femenina más sobresaliente de la poesía coreana contemporánea. Nacida en el período de ocupación japonesa, recibió una en su familia una educación de tradición confuciana, aunque tolerante frente al budismo y al cristianismo. Graduada universitaria en fecha temprana, ha ejercido durante cuarenta años la cátedra de Literatura Coreana en la universidad femenina Sukmiong. Su primer libro de poemas apareció en 1953, cuando el país conocía los desastres de la guerra coreana. Paradójicamente, su libro se publicó con el título Vida, que vino a ser una propuesta poética y existencial que marcaría toda su obra posterior. La poesía de Kim Namjo nos habla del amor, un amor acentuado las más de las veces por su carácter abstracto y universalizador. Es la expresión de un amor que nace de la muerte presente en las atrocidades de la guerra. Su obra, compuesta por breves poemas, constituye una victoria de la supervivencia. La autora no rechaza la muerte, sino que la asimila a un ciclo perenne de muerte/vida, vida/muerte, expresión del sentimiento oriental que sabe los misterios de ese eterno fluir. Su fe cristiana, unida a una fuerte tradición oriental, universaliza y enriquece la esencialidad de su poesía. Una docena de poemarios, más sus volúmenes de ensayo y de narrativa completan su obra. Ver en español Antología poética (Edit. Verbum, 2003).

Del libro 
Antología poética

(Edit. Verbum, 2003)

 

CANTAR DE LOS CANTARES

Desde las más profundas raíces
Hasta la más alta cima
Todo se impregna de mi soledad
Que a ti, sólo a ti, puedo ofrecer.
Del este
Al oeste,
Rodeando al cielo,
Remolino
Que gira y gira
Y vuelve a mí.


LOS ÁRBOLES

Mira
Los árboles. Saben de la separación
Y así se aman.
En el mismo árbol
Se casan ramas y hojas.
Y ensismados como siempre
Supe
Que se amaban.

Hoy, con la lluvia,

na gota de llanto
Baña todo mi cuerpo, de arriba abajo.

¡Qué divino!
La hoja ama a la rama,
La rama a la hoja.
Y ambos aman la raíz.
Noche tras noche
Dorados rayos de luna
Descienden, descienden
Y así supe de su amor.

Mira
El amor de los árboles, el más puro.
Ellos lo saben,
Un día no lejano caerán las hojas
Y sólo quedarán las ramas.
Ellos lo saben y por saberlo
acrecienta su amor.



JUNTO AL ÁRBOL

Árbol, junto a ti
Árbol soy también,
Cuerpo yerto que se sumerge en un bñao glacial.

Reluce el firmamento
Amistad sin deslumbrar
Vence al invierno
Flor de las flores.

Árbol, junto a ti
Árbol soy también.
Frío que estremece
En gélida agua
Tú y yo,
Día y noche sumergidos.

 

 




Ko Un (Kunsan, 1933)



Breve semblanza bio-bibliográfica

es uno de los más conocidos y estimados poetas contemporáneos de Corea. Sufrió prisión durante las dictaduras militares. Su obra poética –cerca de una veintena de títulos- ha evolucionado desde sus primeros textos nihilistas, hasta una serena y entrañable mirada a los aspectos más sencillos de la vida coreana, pasando por una etapa de fuerte compromiso social. En gran parte de su obra, Ko Un, se ha mostrado identificado con la lucha contra la miseria y la opresión de la época de las dictaduras, y siempre ha mostrado una gran sensibilidad hacia la vida campesina, sus gentes, sus paisajes, su habla y sus hábitos. Ko Un es también autor de numerosos ensayos y novelas. En 1974 escribió una biografía del singular poeta vanguardista Yi Sang. Ver en español Diez mil vidas (Edit. Verbum, 2004) y Ananda. 100 poemas zen (Edit. Casariego, 2005).


Del poemario
Diez mil vidas
(Edit. Verbum, 2004)

 

LOMBRIZ

 

Al cumplir los seis años cuentas las estrellas.

Las noches son excepcionales,

no te gusta la claridad del día.

Tu madre ha salido al campo,

el padre ha ido al campo de arroz,

al campo de arroz de otros.

Durante el día,

una vez pasada la tormenta,

juegas con lombrices bajo el tejado.

 

Un niño de seis años, conocido como Dosup, aburrido, aguarda la noche.

 

 

 

LA MUJER DE LA ISLA KWI

 

Cumplidos los seis años me fui con el tío menor

a cruzar unos ocho kilómetros de tierra ganada al mar,

sin detenernos, tanto que mis pequeñas piernas se doblaban,

hasta que llegamos al mar que se elevaba hasta el cielo.

Esperamos hasta que la marea baja descubriera un sendero fangoso

y cruzamos hacia la isla Kwi,

donde conocimos a la mujer del barquero,

su maravillosa mujer.

«porque si viviera, mi niño tendría tu edad.

Llévate esto contigo, pruébalo, cómetelo».

Su enorme boca verdosa seguía murmurando

al tiempo que con destreza enganchaba una raya grande.

Esa mujer no sólo era un ser humano, era precisamente el corazón del mar.

Desde entonces subía a la cima de la montaña Halmi y allí me estaba

quién sabe por cuanto tiempo mirando el mar y a la mujer de la isla.

Los observaba con el dolor de mis piernas.

 

 

 

ABUELA MATERNA

 

Ojos de vaca.

Ojos taciturnos y vacíos.

Ojos de mi abuela materna.

¡Mi abuela materna!

Para mí, la persona más sagrada del mundo.

 

Una vaca que ha dejado de pastar la fresca hierba

y ya no está más parada allí.

 

Después de todo no es mi abuela

es la paz de este mundo,

muerta y sin sepulcro.

 

  

 

ABUELO MATERNO

 

Choi Hong-kwan, nuestro abuelo materno,

era tan alto que su sombrero llegaba hasta el alero

y rozaba al nido de gorriones que allí estaba.

Siempre se mostraba sonriente,

si la abuela daba a alguien algo de comer,

era el primero en alegrarse.

Si la abuela le hablaba con severidad

reía y hacía como si no la oyera.

Una vez, siendo yo pequeño, me dijo:

«Mira, si barres bien el patio,

el patio se reirá.

Si el patio se ríe

la valla también se reirá.

Hasta las maravillas,

florecidas en el patio, se reirán».

 

 

 

AZALEAS

 

La montaña Halmi ardía toda de azaleas.

Cuando yo tenía cinco años de edad

y durante varios años más,

arrancábamos hasta las raíces de las azaleas

y las quemábamos para calentar los lechos en invierno.

Eran tiempos difíciles.

Las azaleas no florecían en la cercana primavera.

Era mucha la pobreza.

Cómo no sería la pobreza en la montaña Halmi.

Alguna que otra raíz de azalea sobrevivía

y para no perder su huella, florecía de nuevo.

Yang-gum, una niña de la aldea,

subía a la montaña con una larga cinta roja

para ver aquellas azaleas.

Ponía piedras a su alrededor y levantaba una valla.

Olvidaba su casa y sus quehaceres

y permanecía largo tiempo allí sentada.

¡Oh Dios! ¿Qué estoy haciendo aquí todavía?

¡Válgame el cielo!

 

 




 

Oh Sae-young (Young-Guang, 1942)


Breve semblanza bio-bibliográfica
 

Es profesor de Lengua y literatura coreana en la Universidad de Seúl. Con una obra breve pero de extraordinaria intensidad, O Saeh-young ha podido crear un universo donde la angustia existencial y un íntimo lirismo se abrazan armoniosamente. Se observa en su creación una creciente expansión e intensificación de sus percepciones vitales, acentuadas en sus últimos libros por su acercamiento al budismo. Ver en español Sueños del barranco (Edit. Verbum, 2003).

 

Del poemario
Diez mil vidas
(Edit. Verbum, 2004)



 

LA ESPERA

 

Té fino hecho en la primavera pasada con hojitas tiernas,

al fin lo abro en este atardecer de largo y declinante otoño.

Y me pregunto: Para qué lo habré guardado con tanto cuidado

sabiendo que nadie vendría por más que espere?

En el jardín trasero los frutos silvestres ya maduraron

y los faisanes los picotean.

Como un pajarito que toma un sorbo de agua y mira al cielo,

estoy aquí, solo, tomando el té en este día de prolongado otoño.

En esta cabaña adonde nadie vendrá por más que espere

estoy tomando el té acompañado por la montaña que se alza frente a mí.

Las hojitas mojadas por el rocío de la primavera pasada

desprenden su perfume

más fresco por el aire de las primeras heladas.

 

 


CANCIÓN DEL MANANTIAL

 

Debajo de la roca veo un manantial

donde no deja de fluir al agua día y noche.

Qué sabrosa es el agua fresca,

el agua que acentúa el verde del pino verde.

 

Debajo de la roca veo un manantial

donde se refleja el cielo día y noche.

Al tomar el agua de una calabaza

más altas se ven avanzar las blancas nubes.

 

Debajo de la roca veo un manantial

donde se refleja el rostro de mi amada.

En el reflejo de la luna en el agua de la calabaza

veo a mi amor que se marchó con el sueño.

 

 


HÁBITO BUDISTA TEÑIDO DE GRIS

 

No hay tristeza.

No hay alegría.

Sentado solo en el tablado bajo el sol,

como soñando mira la lejana montaña,

la delgada capa de algodón sobre el hombro huesudo.

 

Los árboles del patio frontal se deshojan

y la estatua de buda del patio trasero se resquebraja.

 

Sentada rectamente en el tallo del cosmos

una libélula se petrifica en la blancura;

 

aletea

el cuerpo completamente

vacío.

 

 


UN CAMINO

 

Un pequeño templo budista

donde el camino se pierde en la oscuridad.

Por un resquicio donde se escapa el brillo de las luciérnagas

se escucha leer toda la noche

a una monja de cejas azules.

 

Se mueve agitadamente una hoja seca

en una rama vacía,

sentado en la última hoja iluminada por las estrellas

de nuevo se escucha leer durante toda la noche

a un saltamontes de buenos oídos.

 

Calmando la sed

con el frío rocío del cielo lejano.

 

 

 



 


Choi Seung-ho (1954)



Breve semblanza bio-bibliográfica
 

 

Participa del movimiento poético de una nueva generación, desarrollado a lo largo del último cuarto de siglo. Este movimiento ha reaccionado críticamente en contra de la salvaje industrialización de Corea y de sus múltiples y traumáticas consecuencias en la sociedad coreana. La poesía de Choi Seung-ho no se caracteriza precisamente por el canto a la belleza de la  naturaleza o a la bondad del hombre. Más bien, sus versos expresan inaudibles gemidos e inarmónicas imágenes que se generan, de manera consciente o inconsciente, en nosotros y en nuestras circunstancias. Predomina en su poética una cierta tendencia al feísmo y al énfasis en lo grotesco, como reacción crítica a un entorno insoportable para el poeta. No faltan, sin embargo, en su escritura un acercamiento, a veces tierno, otras irónico, hacia sus semejantes, prisioneros de la soledad y de la incomunicación; así como los temas vinculados al destino final del hombre y sobre el sentido de la existencia. En español: Yo que soy nada, lo soy todo (Edit. Verbum, 2005).

 

Del poemario
Yo que soy nada, lo soy todo 
(Edit. Verbum, 2005)


 

LOS MENESTEROSOS

 

Todavía existen pobres que viven en inhóspitas cavernas.

Cuando la humareda negra se elevaba y llegaban apresurados los bomberos,

observé el llanto de una niña y su abuela

ante su casa convertida en cenizas.

 

En la metrópoli misma, en Seúl, existen vidas marginadas.

Aunque a su lado se encuentre un hospital de la Cruz Roja,

con su gran cartel que invita a donar sangre,

la sangre de los pobres seguirá siendo pobre;

pero, aún más, en el camino que va de la miseria a la muerte

se incrementa el número de los desechos.

 

Tal vez nadie se coronará rey de los objetos.

Junto a la aldea de andrajos, se ve una tienda de objetos usados:

verdadera tumba de cosas inútiles,

majestuosa como un espléndido mausoleo real.

Su inscripción debería decir: «Sepulcro del rey de los harapos».

 

Es el sitio donde sobreviven los miserables

llevando carretillas con los residuos de la actual civilización.

Como enhiesta esfinge

un perro negro que guarda la entrada, agazapado,

se me queda mirando, sin ladrar.

 

 

ESCENAS DE UN SUICIDIO

 

            I

 

Dicen que el muchacho que se arrojó desde lo alto de un edificio,

llevaba un libro de historietas en una mano

y, en la otra, su teléfono celular.

 

Se lanzó como un pequeño pez

desde la pecera hacia el suelo de hormigón;

más no así el mudo pez que envejecía, resignado,

únicamente mirando hacia el exterior de su turbia pecera.

 

            II

 

Aquel cuervo que al anochecer permanece sentado en un árbol muerto

se parece a una magnolia ennegrecida..

Si alguien llega al lado de este árbol

y se cuelga desesperado de sus ramas para ahorcarse.

¡quiébrate, rama podrida!

para que la persona caiga al suelo, ¡plaf!,

se levante sacudiéndose las caderas

y regresa a casa con sus pesados pasos, de inmediato

 

 

MITAD DE GANSO SILVESTRE

 

No me acostumbro a la nueva ciudad.

Es como una aglomeración de edificios pasajeros.

Pero no diré que sus residentes también

llevan una vida pasajera.

 

En la muy desolada periferia de la nueva ciudad,

escasos arrozales y sembrados abandonados,

páramos y también moteles.

En un restaurante

o en una sórdida choza groseramente remodelada,

preparan platos de pollos d «de granja», gallinas negras, patos,

e incluso, medio ganso silvestre.

Los restos de las aves, al basurero.

 

Y tú, segunda mitad del ganso silvestre,

¿vuelas alto por el cielo?

¿Vuelas hacia el oeste del anochecer

con la mitad sólo de tu mente? 

 

 


 


Ki Hyoung-do (1960-1989)

 


Breve semblanza bio-bibliográfica

 

Su obra poética, breve pero de una intensidad sorprendente, se ha convertido en muy pocos años en texto de culto entre los jóvenes lectores coreanos. Apoyado en un rico lenguaje metafórico, el poeta construye un universo en constante cuestionamiento de la condición humana, de la soledad y la incomunicación en las grandes sociedades industriales. En sus poemas conviven con inquietante armonía, la belleza y la calidez con el sufrimiento y una visión grotesca de la existencia. Lejos de tópicos y consignas al uso, su poesía es también una clara denuncia de la negación de los valores humanos, de la violencia de las dictaduras y de las contradicciones sociales de su país. A su encrespado lenguaje metafórico une el poeta una expresión donde el tiempo se quiebra, la sintaxis oscila en los vericuetos de una lógica sustanciada en lo intuitivo y las elipsis interrumpen bruscamente el discurso para conferir a sus textos una inquietante sensación de desesperado hermetismo que sólo conduce a las secretas palpitaciones del corazón del poeta. En español: La hoja negra dentro de la boca (Edit. Verbum, 2005).

 

 

Del poemario
La hoja negra dentro de la boca
(Edit. Verbum, 2005)

 

 

 

 

EL CELO ES MI FUERZA

 

Pasados muchos años

las débiles páginas del libro dejarán caer este papel

entonces mi corazón habrá construido antas fábricas

estúpidamente tendría tantas cosas que escribir

como los perros que caminan despacio debajo de la nube

oscilaba en el aire sin cansarme

lo único que tengo es un suspiro

dejo la juventud de pie sola en cada calle de la tarde

cuento misteriosamente los días que he vivido

nadie me ha temido

el sentido de mi esperanza es solamente el celo

por eso primero dejo aquí las frases cortas

mi vida vagabundeaba buscando locamente el amor

pero ni una vez siquiera me he enamorado de mí mismo

 

 

LOS AÑOS UNIVERSITARIOS

 

Debajo de la silla de madera yacen los libros abandonados.

El bosque de árboles plateados es profundo y hermoso,

Pero allí hasta las hojas del árbol se tildaron como armas..

Cuando llegan a ese bosque tan hermoso, los jóvenes

Pasan con los ojos cerrados, como si tomaran una decisión.

En la escalera de piedra yo leía libros de Platón

Y cada cierto tiempo se oían disparos.

cuando floreció el árbol de loto mis amigos se dispersaron,

unos a la cárcel, los otros al servicio militar;

un compañero menor que escribía poesía

confesó pertenecer al servicio de inteligencia,

un profesor respetado prefirió callar;

pasaron varios inviernos, me quedé solo

y llegó la graduación: temía abandonar la universidad.

 

 

EL ANCIANO

 

Es fácil descubrirlo,

no puede escapar,

como na roca dura,

agachado bajo la sombra de la enredadera del parque

 

está sentado

en una posición que sólo permite un mínimo movimiento,

la luz de sus ojos avariciosos

devora silenciosamente mi cara,

mis hombros amplios, mis músculos fuertes

 

yo lo odio,

odio su corto pantalón,

su boca con un hilo de saliva,

su mente envejecida que no puede siquiera percibirse a sí mismo

 

por la sola razón de no conocerlo

arrojo mi saliva a su mundo;

por la sola razón de que él es un lugar rechazado

yo protejo mi mundo

y no puedo perdonar intento alguno de penetrarlo

 

de repente, lo miro, al mismo tiempo

él apenas baja la mirada hacia la enredadera;

tocando su bastón sin parar con la boca abierta

parece que tuviera algo que decir,

parece que sintiera algo incómodo,

lo único que aún queda en su cuerpo

 

 

MURMURACIÓN

 

Sombras que deambulan en la oscuridad,

una sombra pegada a la pared oscura;

los coches de los que sabían algo apagaron sus luces;

cada edificio cerró la puerta; en un instante

todo se detuvo, estalló un olor a petróleo;

se oía un ruido de metal delgado y largo arrastrado por el suelo;

las hojas negras rodaron indagando;

las manos y los pies se movieron con rapidez;

brilló la luz del cigarrillo;

un caminante que entraba al callejón lanzó un grito agudo.

 

¿Por qué se juntan cada noche en la oscuridad?

¿Adónde va el deseo de aquellos jóvenes?

¿Por qué los placeres de las personas son de semejante naturaleza?

 

 

 




Traductores y revisores

 

 

 


YI SANG: trad. Whangbai Bahk; revisión: José Catalán y Pío E. Serrano.

 

KIM NAMJO: trad. Kwon Eunhee y Yoon Junesick; revisión: José Catalán.

 

KO UN: trad. Kim Un-kyung; revisión: José Catalán.

 

OH SAE-YOUNG: trad. Kim Changmin; revisión: Pedro Shimose y José Catalán.

 

CHOI SEUNG-HO: trad. Lee Seung-jae; revisión: Eduardo Ramírez.

 

KI HYOUNG-DO: trad. Yoon Bong-seo; revisión: Claudia Macías Rodríguez.


 

 

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