Temo que no nos libramos de Dios, porque creemos todavía en la gramática - Friedrich Nietzsche



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Introducción y fábulas
Por Ignacio Rodríguez
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ILUSTRACIÓN: Alma Labiur (www.almalabiur.com)


Introducción
Fábulas

 

Introducción 

No hace mucho, paseando por el patio durante un recreo (soy maestro de Primaria), me encontré a un alumno que había cambiado el balón por un libro. Algo no demasiado extraño, aunque en este alumno quizás sí, porque es un delantero centro de primera.

Al acercarme a averiguar de qué libro se trataba, descubrí, con agrado, que era uno de poesía. Curioseé y encontré, provocándome cierta nostalgia, poemas conocidos por mí, los de toda la vida, y otros más modernos de los que no tenía mucho conocimiento (algo que desde entonces estoy intentando subsanar). Al preguntar al muchacho cuál era su poema, o sus poemas favoritos, me respondió que los de “Saraniego”, las célebres fábulas. Me recitó unas cuantas de memoria sorprendiéndome de lo bien que lo hacía. Y me hizo gracia que fuese capaz de recitarme aquellos versos de manera magistral y, sin embargo, incapaz de recordar el nombre de Samaniego.

Al volver hacia el aula lamenté por la poca importancia que se da a la poesía en nuestro sistema educativo. Algo que debía ser uno de nuestros mejores recursos, estaba prácticamente olvidado, con la excepción de algunos profesores que lo incluían como trabajo obligado cada año.

Y debía ser así, quizás no por obligación, pero sí por sentido común. Porque la poesía para los alumnos de primaria –en infantil se trabaja bastante más– es un recurso casi necesario, porque sus “propiedades beneficiosas” son prácticamente innumerables.

La poesía es perfecta para:

- Ejercitar la memoria. Lo que les será muy útil en su vida como estudiante, tanto si al terminar la etapa escolar acceden al bachillerato y a la Universidad, como si no. Aunque, por supuesto, para memorizar es imprescindible comprender lo que se memoriza, por lo que las primeras lecturas del poema se deberían hacer en presencia de un adulto capaz de explicar las dudas que surjan.

- Enriquecer su léxico. Y no os preocupéis por muy extrañas, rimbombantes o difíciles que parezcan las palabras que vayan surgiendo, los niños son capaces de aprenderlas con una facilidad pasmosa.

- Aprender a pausar la lectura y adquirir una buena dicción.

- Perder el miedo a hablar en público. No olvidemos que los alumnos casi siempre tienen miedo a hablar en público por temor a no saber qué decir, ni cómo decirlo; pero si domina el poema, ese miedo casi siempre desaparece en el segundo verso.

- Desarrollar el sentido del ritmo lingüístico. 

Y podría seguir enumerando cientos de razones por las que debemos recomendar la poesía.

En este caso además, la elección de este niño era muy acertada, porque encima, con una buena fábula, puede aprender la importancia de determinados valores, como el valor de generar confianza en los demás siendo veraz, como en “El zagal y las ovejas”; ser trabajador y no perder el tiempo (los alumnos que triunfan son los trabajadores, los listos al principio destacan pero si no acompañan su enorme potencial con trabajo diario terminan fracasando estrepitosamente), como en “La cigarra y la hormiga”; o no dejarse seducir por los vicios, como en “Las moscas”.

Hay poemas para todas las edades, no hace falta ni siquiera saber leer (transmisión oral). Al principio quizás no les gusten o no les apetezca leerlos, pero esta es parte de la tarea que los educadores tenemos que asumir, la de ir descubriendo y recomendando poemas que favorezcan su desarrollo intelectual y personal, y que les permita descubrir el amor por la poesía.

La intención, de este rincón, es intentar ayudaros a encontrar los poemas adecuados para los alumnos que empiezan su vida escolar. No podemos caer en el error de tratar a nuestros hijos, o alumnos, como tanto les molesta que les traten: como a niños pequeños. Nada de diminutivos; nada de la manera de expresarse con un recién nacido. No fomentemos la cursilería en los niños.



Fábulas

Todas las fábulas aquí recogidas son de Félix María Samaniego (España, 1745-1801). Aunque pueden encontrarse todas las fábulas del autor en Internet (http://amediavoz.com/samaniego.htm), sin embargo, hemos seleccionado aquí algunas especialmente adecuadas para ser memorizadas por los niños.

  


ILUSTRACIÓN: Alma Labiur (http://www.almalabiur.com/)

 

LA ALFORJA
En una Alforja al hombro
llevo los vicios:
los ajenos delante,
detrás los míos.
Esto hacen todos;
así ven los ajenos,
mas no los propios.

 

 

 

 

 

EL PERRO Y EL COCODRILO

Bebiendo un Perro en el Nilo,
al mismo tiempo corría.
"¡Bebe quieto!", le decía
un taimado Cocodrilo.
Díjole el Perro, prudente:
"Dañoso es beber y andar;
pero, ¿es sano el aguardar
a que me claves el diente?"
¡Oh; qué docto perro viejo!
Yo venero su sentir
en esto de no seguir
del enemigo el consejo.

ILUSTRACIÓN: Ignacio Rodríguez

 

 

 

 

ILUSTRACIÓN: Ignacio Rodríguez




EL CUERVO Y
LA SERPIENTE

Pilló
el Cuervo dormida a la Serpiente,
y al quererse cebar en ella hambriento,
le mordió venenosa. Sepa el cuento
quien sigue a su apetito incautamente.

 

 

 

 

 

 
EL LADRÓN
Por catar una colmena 
cierto goloso Ladrón,
del venenoso aguijón
tuvo que sufrir la pena.
«La miel, dice, está muy buena:
es un bocado exquisito;
por el aguijón maldito
no volveré al colmenar.»
¡Lo que tiene el encontrar 
la pena tras el delito!
 

 

 


ILUSTRACIÓN: Ignacio Rodríguez

 
 
 
ILUSTRACIÓN: Alma Labiur (http://www.almalabiur.com/)


EL ZAGAL Y LAS OVEJAS
Apacentando un joven su ganado, 
gritó desde la cima de un collado:
«¡Favor! que viene el lobo, labradores.»
Éstos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.
Vuelve a clamar, y temen la desgracia;
segunda vez los burla. ¡Linda gracia!
Pero ¿qué sucedió la vez tercera?
Que vino en realidad la hambrienta fiera.
Entonces el Zagal se desgañita,
y por más que patea, llora y grita,
no se mueve la gente escarmentada,
y el lobo le devora la manada.
¡Cuántas veces resulta de un engaño,
contra el engañador el mayor daño!

 

 

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