Temo que no nos libramos de Dios, porque creemos todavía en la gramática - Friedrich Nietzsche



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Mario Benedetti: la batalla del hombre por su propia humanidad
Por Feliciana Merino Escalera y Marcelo L. Cambronero
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Introducción a una biografía
Benedetti: esa batalla
El ateísmo creyente de Benedetti
Antología de su poesía y su prosa


 


Introducción a una biografía
Por Marcelo L. Cambronero


 



FUENTE:
http://www.ua.es/webs/centrobenedetti/Imagenes/
cartel_ConfBenedetti.doc




Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, gracias a Dios más conocido como Mario Benedetti, era hijo de un emigrante italiano que también llevaba consigo un montón de nombres. Nació en Paso de los Toros, Uruguay, el 14 de septiembre de 1920, aunque pasó los primeros años de su infancia en un pequeño pueblo cercano, Tacuarembó, entre el carácter alegre de su familia y una pobreza casi endémica.


La ruina familiar llevó a la familia, como tantas veces, a la capital, en este caso a la de su país, Montevideo.


En 1945 publica su primer libro, La víspera indeleble, una antología de poemas de juventud que el propio autor desechó y no permitió nunca reeditar. En 1946 se casa con Luz López Alegre, cuya compañía constituirá un elemento fundamental de su vida.


Por lo demás, su vida transcurre entre trabajos varios, sin abandonar nunca la literatura, que al final se mostró como la vocación que lograría sostenerle económicamente. Siempre fue un hombre de izquierdas y, como todos sus contemporáneos latinoamericanos, el año de 1959 (la Revolución Cubana) le marcó notablemente.
Mantuvo estrechos contactos con el régimen cubano, y siempre defendió las posiciones políticas de los escritores que sostenían ideológicamente aquella dictadura. Sin embargo, era un hombre más apegado al cliché idealizado del Che que al perfil más ideológico de Castro. Como todos sus compañeros, tardó mucho en descubrir la realidad, y cuando despertó se profundizó su pesimismo.


Antes de eso, soñó con ser un hombre de acción, como su Juan Ángel (El cumpleaños de Juan Ángel, novela en verso, 1971), y militó en organizaciones políticas de Uruguay, lo que le llevó al exilio desde 1973: Argentina, Perú, Cuba, España y, en 1983, regreso a Uruguay. Después de unos últimos años en los que llovieron los reconocimientos, los premios y los homenajes, falleció en su casa de Montevideo el 17 de mayo de 2009.


Estas biografías repletas de hechos, de posiciones políticas, de huidas y venidas, son una especie de mapa de nuestros intereses, que se realizan uniendo los mojones que situamos allí donde nos parece que hay cosas importantes. Una biografía es tanto una historia de un hombre como del tiempo y primicias del que la escribe. No me resisto pues, a dejar que sea el propio Benedetti quien nos cuente cuáles fueron sus primacías, y en pocos lugares lo hace de forma más bella, y más «Benedetti», como en el poema «Bodas de perlas», de 23 de marzo de 1976, publicado en La casa y el ladrillo.




BODAS DE PERLAS


 Después de todo qué complicado es el amor breve

y en cambio qué sencillo el largo amor

digamos que éste no precisa barricadas

contra el tiempo ni contra el destiempo

ni se enreda en fervores a plazo fijo

 

el amor breve aún en aquellos tramos

en que ignora su proverbial urgencia

siempre guarda o esconde o disimula

semiadioses que anuncian la invasión del olvido

en cambio el largo amor no tiene cismas

ni soluciones de continuidad

más bien continuidad de soluciones


esto viene ligado a una historia la nuestra

quiero decir de mi mujer y mía

historia que hizo escala en treinta marzos

que a esta altura son como treinta puentes

como treinta provincias de la misma memoria


porque cada época de un largo amor

cada capítulo de una consecuente pareja

es una región con sus propios árboles y ecos

sus propios descampados sus tibias contraseñas


he aquí que mi mujer y yo somos lo que se llama

una pareja corriente y por tanto despareja

treinta años incluidos los ocho bisiestos

de vida en común y en extraordinario


alguien me informa que son bodas de perlas

y acaso lo sean ya que perla es secreto

y es brillo llanto fiesta hondura

y otras alegorías que aquí vienen de perlas

 

cuando la conocí

tenía apenas doce años y negras trenzas

y un perro atorrante

que a todos nos servía de felpudo

yo tenía catorce y ni siquiera perro

calculé mentalmente futuro y arrecifes

y supe que me estaba destinada

mejor dicho que yo era el destinado

todavía no se cuál es la diferencia

así y todo tardé seis años en decírselo

y ella un minuto y medio en aceptarlo


pasé una temporada en buenos aires

y le escribía poemas o pancartas de amor

que ella ni siquiera comentaba en contra

y yo sin advertir la grave situación

cada vez escribía más poemas más pancartas

realmente fue una época difícil

 

menos mal que decidí regresar

como un novio pródigo cualquiera

el hermano tenía bicicleta

claro me la prestó y en rapto de coraje

salí en bajada por la calle almería

ah lamentablemente el regreso era en repecho


ella me estaba esperando muy atenta

 

cansado como un perro aunque enhiesto y altivo

bajé de aquel siniestro rodado y de pronto

me desmayé en sus brazos providenciales

y aunque no se ha repuesto aún de la sorpresa

juro que no lo hice con premeditación


por entonces su madre nos vigilaba

desde las más increíbles atalayas

yo me sentía cancerbado y miserable

delincuente casi delicuescente


claro eran otros tiempos y montevideo

era una linda ciudad provinciana

sin capital a la que referirse

y con ese trauma no hay terapia posible

eso deja huellas en las plazoletas


era tan provinciana que el presidente

andaba sin capangas y hasta sin ministros

uno podía encontrarlo en un café

o comprándose corbatas en una tienda

la prensa extranjera destacaba ese rasgo

comparándonos con suiza y costa rica


siempre estábamos llenos de exilados

así se escribía en tiempos suaves

ahora en cambio somos exiliados

pero la diferencia no reside en la i


eran bolivianos paraguayos cariocas

y sobre todo eran porteños

a nosotros nos daba mucha pena

verlos en la calle nostalgiosos y pobres

vendiéndonos recuerdos y empanadas

 

es claro son antiguas coyunturas

sin embargo señalo a lectores muy jóvenes

que graham bell ya había inventado el teléfono

de aquí que yo me instalara puntualmente a las seis

en la cervecería de la calle yatay

y desde allí hacía mi llamada de novio

que me llevaba como media hora


a tal punto era insólito mi lungo metraje

que ciertos parroquianos rompebolas

me gritaban cachádome al unísono

dale anclao en parís

 

como ven el amor era dura faena

y en algunas vergüenzas

casi insdustria insalubre

 

para colmo comí abundantísima lechuga

que nadie había desinfectado con carrel

en resumidas cuentas contraje el tifus

no exactamente el exantemático

pero igual de alarmante y podrido

me daban agua de apio y jugo de sandía

yo por las dudas me dejé la barba

e impresionaba mucho a las visitas


una tarde ella vino hasta mi casa

y tuvo un proceder no tradicional

casi diría prohibido y antihigiénico

que a mi me pareció conmovedor

besó mis labios tíficos y cuarteados

conquistándome entonces para siempre

ya que hasta ese momento no creía

que ella fuese tierna inconsciente y osada

 

de modo que no bien logré recuperar

los catorce kilos perdidos en la fiebre

me afeité la barba que no era de apóstol

sino de bichicome o de ciruja

me dediqué a ahorrar y junté dos mil mangos cuando el dólar estaba me parece a uno ochenta

además decidimos nuestras vocaciones

quiero decir vocaciones rentables

ella se hizo aduanera y yo taquígrafo

 

íbamos a casarnos por la iglesia

y no tanto por dios padre y mayúsculo

como por el minúsculo jesús entre ladrones

con quien siempre me sentí solidario

pero el cura además de católico apostólico

era también romano y algo tronco

de ahí que exigiera no sé qué boleta

de bautismo o tal vez de nacimiento


si de algo estoy seguro es que he nacido

por lo tanto nos mudamos a otra iglesia

donde un simpático pastor luterano

que no jodía con los documentos

sucintamente nos casó y nosotros

dijimos sí como dándonos ánimo

y en la foto salimos espantosos


nuestra luna y su miel se llevaron a cabo

con una praxis semejante a la de hoy

ya que la humanidad ha innovado poco

en este punto realmente cardinal


fue allá por marzo del cuarenta y seis

meses después que daddy truman

conmovido generoso sensible expeditivo

convirtiera a hiroshima en ciudad cadáver

en inmóvil guiñapo en no ciudad


muy poco antes o muy poco después

en brasil adolphe berk embajador de usa

apoyaba qué raro el golpe contra vargas

en honduras las inversiones yanquis

ascendían a trescientos millones de dólares

paraguay y uruguay en intrépido ay

declaraban la guerra a alemania

sin provocar por cierto grandes conmociones

en chile allende era elegido senador

y en haití los estudiantes iban a la huelga

en martinica aimé cesaire el poeta

pasaba a ser alcalde en fort de france

en santo domingo el PCD

se transformaba en PSP

y en méxico el PRM

se transformaba en PRI

en bolivia no hubo cambios de siglas

pero faltaban tres meses solamente

para que lo colgaran a villarroel

argentina empezaba a generalizar

y casi de inmediato a coronelizar

 

nosotros dos nos fuimos a colonia suiza

ajenos al destino que se incubaba

ella con un chaleco verde que siempre me gustó

y yo con tres camisas blancas

en fin después hubo que trabajar

y trabajamos treinta años

al principio éramos jóvenes pero no lo sabíamos

cuando nos dimos cuenta ya no éramos jóvenes

si ahora todo parece tan remoto será

porque allí una familia era algo importante

hoy es de una importancia reventada


cuando quisimos acordar el paisito

que había vivido una paz no ganada

empezó lentamente a trepidar

pero antes anduvimos muy campantes

por otras paces y trepidaciones

combinábamos las idas y las vueltas

la rutina nacional con la morriña allá lejos

viajamos tanto y con tantos rumbos

que nos cruzábamos con nosotros mismos

os eran viajes de imaginación qué baratos

y otros qué lata con pasaporte y vacuna

 

miro nuestras fotos de venecia de innsbruck

y también de malvín

del balneario solís o el philosophenweg

stábamos estamos estaremos juntos

pero cómo ha cambiado el alrededor

no me refiero al fondo con mugrientos canales

ni al de dunas limpias y solitarias

ni al hotel chajá ni al balcón de goethe

ni al contorno de muros y enredaderas

sino a los ojos crueles que nos miran ahora

 

algo ocurrió en nuestra partícula de mundo

que hizo de algunos hombres maquinarias de horror

estábamos estamos estaremos juntos

pero qué rodeados de ausencias y mutaciones

qué malheridos de sangre hermana

qué enceguecidos por la hoguera maldita


ahora nuestro amor tiene como el de todos

inevitables zonas de tristeza y presagios

paréntesis de miedo incorregibles lejanías

culpas que quisiéramos inventar de una vez

para liquidarlas definitivamente

la conocida sombra de nuestros cuerpos

ya no acaba en nosotros

sigue por cualquier suelo cualquier orilla

hasta alcanzar lo real escandaloso

y lamer con lealtad los restos de silencio

que también integran nuestro largo amor

 

hasta las menudencias cotidianas

se vuelven gigantescos promontorios

la suma de corazón y corazón

es una suasoria paz que quema

los labios empiezan a moverse

detrás del doble cristal sordomudo

por eso estoy obligado a imaginar

lo que ella imagina y viceversa


estábamos estamos estaremos juntos

a pedazos a ratos a párpados a sueños

soledad norte más soledad sur

para tomarle una mano nada más

ese primario gesto de la pareja

debí extender mi brazo por encima

e un continente intrincado y vastísimo

y es difícil no sólo porque mi brazo es corto

siempre tienen que ajustarme las mangas

sino porque debo pasar estirándome

sobre las torres de petróleo en maracaibo

los inocentes cocodrilos del amazonas

los tiras orientales de livramento


es cierto que treinta años de oleaje

nos dan un inconfundible aire salitroso

y gracias a él nos reconocemos

por encima de acechanzas y destrucciones


la vida íntima de dos

esa historia mundial en livre de poche

es tal vez un cantar de los cantares

más el eclesiastés y sin apocalipsis

una extraña geografía con torrentes

ensenadas praderas y calmas chichas

 

no podemos quejarnos

en treinta años la vida

nos ha llevado recio y traído suave

nos ha tenido tan pero tan ocupados

que siempre nos deja algo para descubrirnos

a veces nos separa y nos necesitamos

cuando uno necesita se siente vivo

entonces nos acerca y nos necesitamos

 

es bueno tener a mi mujer aquí

aunque estemos silenciosos y sin mirarnos

ella leyendo su séptimo círculo

adivinando siempre quién es el asesino

yo escuchando noticias de onda corta

con el auricular para no molestarla

y sabiendo también quién es el asesino


la vida de pareja en treinta años

es una colección inimitable

de tangos diccionarios angustias mejorías

aeropuertos camas recompensas condenas

pero siempre hay un llanto finísimo

casi un hilo que nos atraviesa

y va enhebrando una estación con otra

borda aplazamientos y triunfos

le cose los botones al desorden

y hasta recomienda melancolías

 

siempre hay un finísimo llanto un placer

que a veces ni siquiera tiene lágrimas

y es la parábola de esta historia mixta

la vida a cuatro manos el desvelo

o la alegría en que nos apoyamos

cada vez más seguros casi como

dos equilibristas sobre su alambre

de otro modo no habríamos llegado a saber

qué significa el brindis que ahora sigue

y que lógicamente no vamos a hacer público.

                                  

23 de marzo de 1976 






Mario Benedetti: esa batalla

Por Marcelo L. Cambronero



En cada época hay poetas que saben tocar la música que esperan las almas de sus vecinos, esos acordes que ellos mismos quisieran hacer sonar, pero no pueden, porque llegan tarde a coger el autobús, o el jefe les achucha o qué sé yo, que no pueden. Quizás se les quedó el puente del violín enredado en un amor pretérito, o simplemente lo dejaron olvidado en alguna oficina municipal. Así, cada época necesita que le interpreten su música, y ahí viene el poeta a hacer la vida versos, una vida que, sin él, tendría los colores un poco apagados, como si la hubiesen lavado demasiadas veces.


Benedetti supo ser el trobador de nuestros afanes y el intérprete de nuestras calladas desesperaciones. Se mantuvo, funambulista, entre lo profundo y lo epitelial, entre los manantiales y los vientos. Nunca se dejó caer demasiado en el abismo del misterio que, por otra parte, no dejó de circundar. Si hubiese caído su tiempo hubiera dejado de entenderle. Ahora bien, su originalidad, su valor, reside en que tampoco sucumbió a la tentación de hacerse pueblo, disolverse en pueblo, desaparecer entre las calles.


Podemos así decir, con verdad, que en Benedetti el arte se transformó de una manera personal en vida o, quizás, que la vida humana, la corriente y acostumbrada vida de la gente cotidiana de nuestro siglo, pudo ver su belleza y hondura al mirarse en el espejo de sus versos. Una vida que se sentía triste, ponzoñosa, poblada de diversas melancolías, pero de esas melancolías poco románticas, más bien motivadas por cosas tan pequeñas y pueriles que uno se siente como culpable de remembrarlas: esa vida que no sabía que también ella, tan humilde, poseía una estética, encontró en Benedetti una especie de justificación artística.


El misterio de que una poesía así, tan sencilla, nos atrape, es que está repleta de una constante y tozuda ternura por lo cotidiano. El verdor de la hierba dejó de ser bello por traer a la imaginación el verde de las praderas de nuestros sueños, y tampoco se volvió mera excusa para volcar en él nuestros desórdenes mentales, traumas y Apocalipsis inconscientes. Ya sospechábamos, y Benedetti lo confirma, que la hierba es bella por ser hierba, y su olor despierta un canto porque es penetrante y simple, porque tocarla, desmenuzarla con los dedos, aplastarla con el puño, nos trae el sentir de la tierra que tiene el árbol y las raíces de las montañas. Es la simple comunión con la materia, es el sentirnos también nosotros realidad áspera y pegotosa. Reconocer, pues, que la poesía nos habla primero de lo primero, y que no tiene que inventar tanto como interpretar las notas que le vienen dadas.


Es Benedetti el poeta que, junto a los místicos de todos los tiempos, más habla de Dios. No e lo puede quitar de encima. Nuestro uruguayo no es un poeta ateo, y mucho menos un indiferente, está demasiado apegado a lo real, vuela demasiado a ras del suelo. El anhelo que nace de la tierra, de las entrañas de todo lo vivo, es la definición misma de su poesía. Una poesía que mira siempre al horizonte, al sueño, al amor, a la vida, que, sobre todo, canta a la vida. No se disipa en ningún momento de su obra, es más, se acentúa con el paso de los años, la pasión por alcanzar el último recoveco del destino. Frente a ese anhelo, como no podía ser de otra manera, la muerte se alza como escándalo definitivo, insoportable.


El combate entre el deseo y la desesperanza es, en Benedetti, un combate perdido, pues ¿qué humano puede sostener en soledad una antorcha ante la muerte? ¿Podrá alguno con sus propias fuerzas gritarle que no puede pasar? «Mientras tanto, en plazas y calles la vida sigue e improvisa, como si la muerte fuera una invención, una mentira. Y a lo mejor lo es. Uno termina aferrándose a esa imposibilidad, sin advertir que más adentro el alma desfallece.» (Vivir adrede, 2007).


Uno adivina, en estas últimas palabras, una transposición crucial. El deseo de que la muerte no tenga la palabra definitiva es aquí llevado a la superficie, es el sueño que nace de la necesidad humana, un invento de la razón loca. Sin embargo, en lo profundo, allí donde la realidad es tan espesa que los sueños no pueden quebrarla, anida la desesperanza, tan sensata. ¡Cuánto Feuerbach! Pero si miramos lo humano, a lo largo de los siglos, veremos que el dato permanente no fue la desesperanza, sino el anhelo, también en nuestro querido poeta uruguayo.


 



El ateísmo creyente de Benedetti

Por Feliciana Merino Escalera


  

   FUENTE: http://www.portaldoenvelhecimento.net/artigos/z107.htm

¿Puede un poeta amar la vida, cantarla, decirla, memorarla, sentirla, poseerla, descubrirla, vivirla, y sin embargo confesarse ateo?


Benedetti, sin darse cuenta, al describir y abrazar las pequeñas cosas cotidianas, consigue que lo pequeño se convierta en grande, que las palabras alcancen la magia de ser transparentes para el lector, sin ser superficiales; dibuja nuevos contornos en historias que solo nuestra sumisión a los cánones de la vida burguesa convirtió en añejas; devuelve a la experiencia humana, frágil y fugaz, un horizonte nuevo, una esperanza renovada si somos capaces de mirar el lado íntimo de las cosas, de hacer un alto en la vorágine diaria y estremecernos ante el descubrimiento de un rostro nuevo: el nuestro, el yo más yo, el más auténtico, el que sabe que pertenece a Otro.


La poesía de Benedetti es un puente hacia el infinito, nostalgia de una esperanza para él incierta, de un deseo que no quede insatisfecho, que la muerte no pueda destruir. El sabor amargo a veces de la poesía de Benedetti no es escepticismo, sino impotencia, reconocimiento de la desproporción entre lo temporal y lo eterno, entre lo fugaz, que muestra siempre la cara de la insatisfacción, y lo eterno, la vida que se cumple, el rostro que se llena de Tú, la belleza y el amor haciendo un pulso continuo a la muerte. Ese anhelo de un rostro en el que descansar, hace que sus poemas de amor estén siempre heridos de cierta nostalgia, de una ausencia presente, de un horizonte preñado de misterio. Su deseo de belleza, su anhelo de algo más, su apetito de Gracia, no quedó saciado, pero se negó a vivir como si el Misterio no existiera, como si la vida fuera total Ausencia. «Todos sabemos que nada ni nadie habrá de ahorrarnos el final, sin embargo hay que vivir como si fuéramos inmortales». La vida misma es una respuesta a la muerte, un rayo de luz que viene de lo alto, una fuente inagotable de esperanza.


No es necesario ser un poeta enigmático para describir el misterio de lo real, no es necesario ser retórico para mostrar lo inefable de la existencia humana. Sólo hay que estar abiertos a la maravilla que suscita en nosotros el retrato más insignificante de uno solo de los aspectos de nuestra vida, signo de una Belleza más grande. Benedetti no fue ni enigmático ni retórico. Fue, simplemente, un poeta capaz de dibujarnos mejor el mapa constitutivo del corazón humano, con sus ausencias y sus duelos, con sus desvelos y desalientos, nostalgia y memoria de lo más querido, ese Rostro que habita más allá de tu soledad y de la mía.

 





Antología de Mario Benedetti, poesía y prosa

Selección: Feliciana Merino Escalera, Marcelo L. Cambronero



 
     FUENTE: http://noesporno.com.ar/2009/05/chau-numero-tres-mario-benedetti.html




ESA BATALLA


¿Cómo compaginar
la aniquiladora
idea de la muerte
con ese incontenible
afán de vida?

¿cómo acoplar el horror
ante la nada que vendrá
con la invasora alegría
del amor provisional
y verdadero?

¿cómo desactivar la lápida
con el sembradío?
¿la guadaña
con el clavel?

¿será que el hombre es eso?
¿esa batalla?

                     
                              (De Cotidianas, 1979)


 

Esta tarde, cuando venía de la oficina, un borracho me detuvo en la calle. No protestó contra el gobierno, ni dijo que él y yo éramos hermanos, ni tocó ninguno de los innumerables temas de la beodez universal. Era un borracho extraño, con una luz especial en los ojos. Me tomó de un brazo y dijo, casi apoyándose en mí: «¿Sabés lo que te pasa? Que no vas a ninguna parte.» Otro tipo que pasó en ese instante me miró con una alegre dosis de comprensión y hasta me consagró un guiño de solidaridad. Pero yo hace cuatro horas que estoy intranquilo, como si realmente no fuera a ninguna parte y sólo ahora me hubiera enterado.

Cuando me jubile, creo que no escribiré más este diario, porque entonces me pasarán sin duda muchas menos cosas que ahora, y me va a resultar insoportable sentirme tan vacío y además dejar de ello constancia escrita. Cuando me jubile, tal vez lo mejor sea abandonarme al ocio, a una especie de modorra compensatoria, a fin de que los nervios, los músculos, la energía, se relajen un poco y se acostumbren a bien morir. Pero no. Hay momentos en que tengo y mantengo la lujosa esperanza de que el ocio sea algo pleno, rico, la última oportunidad de encontrarme a mí mismo. Y eso sí valdría la pena anotarlo.


De la novela La Tregua (1960)


NO TE SALVES

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma

no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios

no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana

y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo

  De Poemas de otros, 1974


 


ES TAN POCO


Lo que conoces
s tan poco
lo que conoces
de mí
lo que conoces
son mis nubes
son mis silencios
son mis gestos
lo que conoces
es la tristeza
de mi casa vista de afuera
son los postigos de mi tristeza
el llamador de mi tristeza.

Pero no sabes
nada
a lo sumo
piensas a veces
que es tan poco
lo que conozco
de ti
lo que conozco
o sea tus nubes
o tus silencios
o tus gestos
lo que conozco
es la tristeza
de tu casa vista de afuera
son los postigos
de tu tristeza
el llamador de tu tristeza.
Pero no llamas.
Pero no llamo.


           De Poemas del hoyporhoy, 1961


 


 


HAGAMOS UN TRATO



Cuando sientas tu herida sangrar
cuando sientas tu voz sollozar
cuenta conmigo

          
        (De una canción de Carlos Puebla)



Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
ino contar
conmigo 

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo 

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo 

pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
                es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.


 


                De Poemas de otros, 1974


BASTA

Digamos que el tiempo pasa y yo lo siento en la saliva, cada vez más espesa. Tendría que preguntarle a la conciencia cuántos reproches me reserva. Pero prefiero hacerme el sordo.

La palabra inquietud colma la realidad, como si fuera un humo concentrado. La libertad le da un pellizco al alma y uno no tiene más remedio que ser libre. De todos modos, la cordura vigila y amenaza con meternos en el corral de la razón. Somos frágiles y eso nos salva. El desconsuelo nos consuela y nos es imposible traicionar.

Por suerte no tenemos dioses que nos perdonen. A veces pienso que la vida es un error, pero claro, más error es la muerte.

Entre el ensueño y la pesadilla hay un paréntesis en el que nos formamos. Sale el sol y hacemos sombra. Sombra de aire y de fiebre, sombra de misterio.

Quién sería capaz de revelarnos y de rebelarnos. El pobre lago nos copia como fuimos y después se quiebra.

Basta de navegar en el olvido. Basta de bendecirnos en la lluvia. Basta de no ser nadie. Basta de que el placer nos desconozca. Basta de convivir con la derrota.

Basta, carajo.



De Vivir adrede, 2007



 


LAS PALABRAS


No me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

si usted habla de progreso
nada más que por hablar
mire que todos sabemos
que adelante no es atrás

si está contra la violencia
pero nos apunta bien
si la violencia va y vuelve
no se me queje después

si usted pide garantías
sólo para su corral
mire que el pueblo conoce
lo que hay que garantizar

no me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

si habla de paz pero tiene
costumbre de torturar
mire que hay para ese vicio
una cura radical

si escribe reforma agraria
pero sólo en el papel
mire que si el pueblo avanza
la tierra viene con él

si está entregando el país
y habla de soberanía
quién va a dudar que usted es
soberana porquería

no me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

no me ensucie las palabras
no les quite su sabor
y límpiese bien la boca
si dice revolución.


                    De Letras de emergencia, 1973


 



 


AUSENCIA DE DIOS


Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.

Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche
desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.

Ahora qué miedo inútil, qué vergüenza
no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que Dios se muere, se resbala,
que Dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandara siglos de ceniza.

Es tarde. Sin embargo yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.

 

De Inventario I, 1963





UN PADRENUESTRO LATINOAMERICANO

Padre nuestro que estás en los cielos
con las golondrinas y los misiles
quiero que vuelvas antes de que olvides
cómo se llega al sur de Río Grande
Padre nuestro que estás en el exilio
casi nunca te acuerdas de los míos
de todos modos dondequiera que estés
santificado sea tu nombre
no quienes santifican en tu nombre
cerrando un ojo para no ver las uñas
sucias de la miseria
en agosto de mil novecientos sesenta
ya no sirve pedirte
venga a nos el tu reino
porque tu reino también está aquí abajo
metido en los rencores y en el miedo
en las vacilaciones y en la mugre
en la desilusión y en la modorra
en esta ansia de verte pese a todo
cuando hablaste del rico 
la aguja y el camello
y te votamos todos
por unanimidad para la Gloria
también alzó su mano el indio silencioso
que te respetaba pero se resistía 
a pensar hágase tu voluntad
sin embargo una vez cada tanto
tu voluntad se mezcla con la mía
la domina
la enciende
la duplica
más arduo es conocer cuál es mi voluntad
cuándo creo de veras lo que digo creer
así en tu omnipresencia como en mi soledad
así en la tierra como en el cielo
siempre
estaré más seguro de la tierra que piso
que del cielo intratable que me ignora
pero quién sabe
no voy a decidir
que tu poder se haga o se deshaga
tu voluntad igual se está haciendo en el viento
en el Ande de nieve
en el pájaro que fecunda a la pájara
en los cancilleres que murmullan yes sir
en cada mano que se convierte en puño
claro no estoy seguro si me gusta el estilo
que tu voluntad elige para hacerse
lo digo con irreverencia y gratitud
dos emblemas que pronto serán la misma cosa
lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro
de cada día y de cada pedacito de día
ayer nos lo quitaste
ánosle hoy
o al menos el derecho de darnos nuestro pan
no sólo el que era símbolo de Algo
sino el de miga y cáscara
el pan nuestro
ya que nos quedan pocas esperanzas y deudas
perdónanos si puedes nuestras deudas
pero no nos perdones la esperanza
no nos perdones nunca nuestros créditos
a más tardar mañana
saldremos a cobrar a los fallutos 
tangibles y sonrientes forajidos
a los que tienen garras para el arpa
y un panamericano temblor con que se enjugan 
la última escupida que cuelga de su rostro
poco importa que nuestros acreedores perdonen
así como nosotros
una vez
por error
perdonamos a nuestros deudores
todavía
nos deben como un siglo
de insomnios y garrote
como tres mil kilómetros de injurias
como veinte medallas a Somoza
como una sola Guatemala muerta
no nos dejes caer en la tentación
de olvidar o vender este pasado
o arrendar una sola hectárea de su olvido
ahora que es la hora de saber quiénes somos
y han de cruzar el río
el dólar y su amor contrarrembolso
arráncanos del alma el último mendigo
y líbranos de todo mal de conciencia
amén.


              
De Poemas del hoyporhoy, 1961




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