Palabras de presentación
Jesús Montiel nos presenta en este número la figura del narrador norteamericano Walker Percy. Destacado novelista en su país, la obra de Percy ha sido poco difundida en el ámbito español, donde es más conocido como el descubridor de la afamada La conjura de los necios, de J. K. Toole, o el autor de la novela Lancelot, que leía Sawyer, el personaje que interpreta el actor Josh Holloway en la serie Perdidos. Sea como fuere, la obra de Percy nace y porta un aliento artístico que bien merece la atención desde una perspectiva estética y poética.
De hecho, como explica Montiel, toda la obra de Percy se sostiene sobre la aseveración de que algo falla en el hombre de nuestro tiempo, que aun estando en el mejor de los mundos posibles con todas las necesidades satisfechas, se siente atribulado sin saber por qué. Por lo demás, en Percy se hace patente esa gran preocupación de algunos escritores católicos en la contemporaneidad por hablar de Dios sin nombrarlo, con la plena confianza de que la verdad cristiana, expresada por la vía de los hechos y el testimonio, acabará por hacer insoslayable la fuerza de su propuesta, para adherirse a ella o para rechazarla, pero ante la que resulte imposible permanecer indiferente. Así, como ya sucedía con su coetánea Flannery O’Connor, lo esencial en el escritor de Alhabama es presentar la realidad con sus puntos de fuga desde los que escrutar el Misterio, ya que vivimos una época que ha dado la espalda al hecho cristiano e ignora el verdadero significado de sus palabras y razones, de tal forma que su mera mención suscita un prejuicio. Por eso Walker Percy, antes que nada, trata de provocar al lector para que se haga preguntas que le sitúen frente a sus disyuntivas humanas.