«Nunca estarás mentalmente sobrio» 6 claves para leer a Frank O’Hara
por Isabel Berzal Ayuso
Como poeta de la “Escuela de Nueva York” de los años 50-60, asociada al grupo de pintores expresionistas abstractos del mismo nombre, Frank O’Hara no solo fue poeta sino todo un intelectual y crítico de arte. Fue activo participante de los círculos artísticos e intelectuales del momento, que incluían importantes artistas tales como Jackson Pollock, Willem De Kooning, Allen Ginsberg, Franz Kline, Larry Rivers, Amiri Baraka (LeRoi Jones), etc, muchos de los cuales fueron sus amigos personales, y aparecen mencionados o son fuente directa de inspiración para sus poemas. No en vano tuvo una amplia formación musical o se le reconocen notables influencias de otras artes como la pintura, como se aprecia en poemas como “Why I am not a painter”.
Pero la variedad de referentes y fuentes de inspiración en O’Hara se expande mucho más allá, y abarca la vida contemporánea americana; son las estrellas de Hollywood, el cine y su impacto en la entrada en la vida adulta (“Ave María”), es la música jazz (“El día que una dama murió”), la vida diaria de las calles de Nueva York o lo que provoca en él escuchar la música de Rachmaninov el día de su cumpleaños. Su atención, como él mismo señala en “Meditaciones en una emergencia”, se refiere a las cosas normales y habituales de la vida y va de objeto en de objeto constantemente. Por eso, parafraseando su propia reflexión metapoética, sus poemas podrían definirse como pequeñas meditaciones hechas con prisa, apenas elaboradas, lo que no significa “escritas a la ligera” ni faltas de profundidad de sentimiento o de pensamiento. Significa por el contrario, que Frank O’Hara es hijo de la misma sociedad de la que nosotros somos nietos; la sociedad capitalista y de consumo que nos acelera. Y de allí, O’Hara extrae su material poético.
Su poesía en este sentido es tan poco ortodoxa como lo era su composición: se dice que sus poemas se hallaban desperdigados por los cajones de su cocina y que escribía en cualquier circunstancia; en la calle, en su oficina, en salas abarrotadas de gente. 1Por eso, pese a que el contexto en el que se inscribe su poesía e s cercano a nuestra sociedad, puede llegar a resultar difícil conectar con una obra como la suya. Lo que no sorprende demasiado, si consideramos que sus poemas y la reflexión metaliteraria que muchos entrañan revolucionaron la misma concepción de poesía y proclamaron lo que podría ser “el fin de la literatura como la conocemos” (Personismo: un manifiesto).
Sus poemas son personalísimos tanto por el modo de composición como por el tipo de inquietudes predominantes en ellos; son poemas de lo presente y en cierta medida por tanto, de lo efímero. A pesar de todo, en esta obra difícilmente clasificable, se pueden descubrir ciertas inquietudes persistentes que pueden ayudar a sumergirse en su particular poética. Aunque los distintos temas se difuminan y se entremezclan en los poemas, en un concienzudo análisis podemos distinguir estas claves, como hemos querido hacer en esta selección de poemas, para ayudar a entender el mundo poético de O’Hara.
Somos conscientes de que hay muchos más matices y también muchos otros poemas en los se manifiestan estas inquietudes, formas y temas. Por ello, al final de cada clave mencionaremos otros poemas que sugerimos a todo lector ávido e interesado. Nuestra selección pretende servir de introducción que le acompañe en la aventura de descubrir qué rechaza y qué acoge de la poesía de O’Hara y cuánto se sumerge en sus vertiginosas imágenes.
1
Surrealismo y collage
Partiendo desde una temprana influencia surrealista muy marcada, poco a poco los poemas de Frank O’Hara evolucionaron hacia un particularísimo m odo de entender este estilo poético, que deja hueco a cierta narratividad, a un particular humor sarcástico, y sobre todo, a la expresión de la vida y la sociedad tardocapitalista americana, que era su realidad cotidiana y su principal foco de atención 2 Por ello, aunque señalamos algunos de los poemas de esta selección como claramente surrealistas, no podemos reducir la influencia de esta corriente a unos pocos poemas. La yuxtaposición casi aleatoria de imágenes, tanto reales como cercanas a lo onírico, está en la raíz de su modo de concebir la poesía.
Uno de los poemas más surrealistas de entre los que incluimos es “La impaciente nota en mi puerta”, donde encontramos esa unión de imágenes absurdas, burlonas, muy propias de toda la poesía de O’Hara:
“tiro unas cuantas mandarinas en mi bolsa de una noche estiro mis párpados y hombros, y salgo por la puerta”.
Los lectores acompañamos al protagonista como si de una micronovela de suspense se tratara hasta que descubrimos, sorprendidos como él, el cuerpo sangrante. El tono cómico y chocante de despreocupación d el inicio, queda roto drásticamente por la fisicidad de la escena y la mínima pero poderosa reflexión de la parte final de la estrofa sobre este “misterioso invitado” (¿quizá la muerte?):
“Hay pocos anfitriones que se preparen tanto para dar la bienvenida a un invitado solo casualmente invitado, y eso, varios meses antes”.
El surrealismo vuelve a aparecer en “Chez Jane”, otro de los poemas más claramente surrealistas que incluimos y que recuerda notablemente a cuadros de Dalí como “Sueño provocado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar”. Del aburrimiento insignificante de una tarde en un estudio, surgen toda una serie de imágenes oníricas, esperpénticas y escatológicas. La técnica surrealista se aplica así enteramente a un contexto puramente americano de tedio ocioso. El poema apela a un momento puntual pero de alguna manera refiriéndose a un hastío de dudoso fin, profundo y existencial; “de cuatros en punto de ahora y por venir”. Aplicado de nuevo al aburrimiento ocioso de la clase media americana, el influjo surrealista aparece, humorístico otra vez en poemas como “Animales” o “Por el cumpleaños de Rachmaninov (Rápido)”. No obstante en el segundo se presenta de una forma especialmente interesante, ya que la yuxtaposición acelerada de sustantivos a parentemente aleatorios sirve perfectamente al propósito metapoético del poema: convertir en poesía el mismo acto de componer poemas.
Además del surrealismo, que permea abundante parte de su poesía, otro de los rasgos que definen formalmente gran parte de la obra de O’Hara es lo que hemos llamado el collage; la unión de momentos, lugares físicos, estados de ánimo y pensamientos que experimenta el yo poético en una suerte de vertiginosa velocidad que ilustra muy bien de qué sociedad es hijo O’Hara, de una sociedad capitalista que nos arrastra aceleradamente siempre hacia delante, en constante emergencia. Hay ejemplos abundantes en su poesía de lo que hemos llamado aquí collage, pero quizá entre los más significativos de nuestra selección estén “Meditaciones en una emergencia” y los poemas de Nueva York como “A un paso de distancia de ellos”. En el primero la reflexión poética se entremezcla con el lamento amoroso y con la necesidad de huir por encontrarse, de hecho, en una emergencia y tener que salir corriendo . En el último, el movimiento en el espacio incluye pensamientos fugaces sobre el arte y la vida. Es significativa la última declaración: “Mi corazón está en bolsillo, es “Poemas” por Pierre Reverdy”, ya que Reverdy, admirado por O’Hara, fue un poeta francés asociado al surrealismo cuyas fuertes inquietudes espirituales le llevaron por derroteros propios.
Poemas de la selección: La impaciente nota en mi puerta, Chez Jane, Por el cumpleaños de
Rachmaninov “Rápido”, Animales
Otros poemas : A Terrestrial Cuckoo, Memorial Day 1950, At Night Chinamen Jump
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“Simplemente ve al nervio”
Frank O’Hara es un poeta fascinado por lo efímero. Los poemas de O’Hara están imbuidos de velocidad y energía. Lanzan al lector, sin transiciones, a la experiencia que los poemas reflejan, lo que en algunas ocasiones los vuelve demasiado difíciles de seguir y el lector puede llegar a perder el interés.
Pero como él mismo expresó, su interés estaba en que el poema estuviera entre “dos personas en vez de dos páginas”, y por ello O’Hara huye de la abstracción y es explícitamente confesional. Busca lo carnal y lo concreto porque lo demás, usando sus palabras: “¿qué más da? Son solo ideas” (Personismo: un manifiesto). Así, la poesía no queda alejada de la cotidianidad, sino más bien al contrario. Es más, en ocasiones está tan arraigada en el momento y tan ligada a las experiencias personales del poeta, que es difícil adentrarse en ella sin saber quiénes son las personas que el poeta menciona, qué le ha pasado previamente o dónde estaba en el instante en que compuso el poema.
Precisamente por razón de esta constante atención a lo pasajero y a lo concreto, llega a acusar en él mismo, del mismo modo que lo hará todo lector atento, una cierta patología: “nunca estarás mentalmente sobrio” (Por el Cumpleaños de Rachmaninov “Rápido”). Hay una cierta imposibilidad de escribir poesía si “siempre estoy apartando la mirada” (Personismo: un manifiesto) y así, el mismo hecho de escribir poesía (o intentarlo) se llega a convertir en material poético.
No obstante,su poesía no deja por ello de entrañar un aspecto existencial profundo y de gran sinceridad que los hace interesantes y que los acercan a nuestras inquietudes como lectores. Quizás no siempre buscamos versos sobre grandes heroicidades o momentos sublimes, sino una poesía sobre nuestra vida de consumo, y más aún, sobre lo que esta vida oculta y manifiesta. Como dijimos al inicio del artículo, sus poemas podrían entenderse, entonces, como pequeñas meditaciones en medio de la vorágine contemporánea que irónicamente, tiende a no dejar espacio para la reflexión y el recogimiento. Y en esto, sus poemas tiene un punto de gran familiaridad con nuestra realidad y puede ser el que nos resulte más interesante y por qué no, fascinante.
Textos de la selección: M editaciones en una emergencia, A un paso de distancia de ellos, El día que una dama murió, Fantasía, Personismo: un manifiesto, Por el cumpleaños de Rachmaninov “Rápido”
Otros textos: Adieu to Norman, Bon Jour to Joan and JeanPaul, Why I Am Not a Painter, Walking to work.
3
El cine, el jazz y los nuevos dioses
Frank O’Hara es un poeta de la cultura pop. Una de sus fuentes de inspiración son, de hecho, las estrellas de la industria del entretenimiento. Los nuevos dioses y las nuevas musas proceden del jazz o del cine: son Billie Holiday, James Dean, Lana Turner, etc. Y este interés no nace sino de que la atención de O’Hara está allí donde está el bullicio de la vida contemporánea.
Estos géneros están casi omnipresentes en su poesía. El caso del cine es más que evidente, ya que O’Hara lo encumbra explícitamente aún por encima incluso de la poesía: “solo Whitman y Crane y Williams, de los poetas americanos, son mejores que el cine” (Personismo: un manifiesto). Exalta del cine, incluido el de mala calidad, su vivacidad, su inmediatez, lo que no es de extrañar en un poeta con un afán tan arraigado por no “arrepentirse de la vida” (Meditaciones en una emergencia). En consecuencia, le dedica varios poemas como “Ave María”, “Una imagen para Leda” o “Fantasía”. En ellos, el cine es objeto poético sin que eso suponga excluir una cierta reflexión sobre el mismo cine o fingirse ciego a sus contradicciones:
“¡cómo si hubiera placer real en amar una sombra y acariciar un disfraz!”
El séptimo arte no se limita a servir a O’Hara como objeto de poesía sino que además ejerce una gran influencia sobre su mismo estilo. Sus “cortes” y cambios rápidos de imágenes y escenas recuerdan al montaje cinematográfico, como en “Fantasía”, donde el lector encuentra un poema hecho a base de líneas discontinuas que presentan alternativamente lo que sucede dentro de una película y lo que sucede en la realidad, con el juego objetivo-subjetivo propio de la cámara de cine.
Pero como hemos dicho, también la música y el jazz forman parte esencial de muchos de los poemas de O’Hara. Existen poemas de inspiración musical que aunque no están en la selección, invitamos a descubrir a los lectores, como el breve poema titulado “Song” (Did you see me walking by the Buick repairs), donde O’Hara intercala repetidas veces la frase “I was thinking of you”, que recuerda inevitablemente a los estribillos de canciones populares. La música y el jazz son de este modo lugares privilegiados para la expresión de la nostalgia y para el tono de blues que tiñe muchos de sus poemas como en “El día que una dama murió”, referido a la muerte de Billie Holiday.
A pesar de su alabanza de la cultura popular, O’Hara no deja de lado la crítica a esa misma cultura y a la industria y sociedad que las genera. Véase su elegía un tanto paródica “A James Dean”. Por un lado, el poema es una alabanza al espíritu desobediente, a la hybris del actor pero por otro, contiene palabras muy duras contra esa misma sociedad que lo encumbró pero que no supo entender ni quiso acoger la transgresión y vivacidad que James Dean representaba para O’Hara:
“Y los serviles que le rodeaban críticamente, esperando lánguidamente a una impertinencia final para rebelarse y esclavizarlo, jóvenes estrellas y otras cosas relucientes en la pocilga”
Poemas de la selección: A James Dean, El día que una dama murió, Ave María, Fantasía, Una imagen para Leda.
Otros poemas: Lana Turner has collapsed, To the Film Industry in Crisis, Song “Did you see me walking by the Buick repairs”, Song “I am going to New York”
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Nueva York, USA
Como escritor específicamente americano y urbanita, O’Hara rechaza la literatura p astoral , un término que en el ámbito de la literatura y la crítica anglosajonas se refiere al género poético de larguísima tradición de la expresión de sentimientos y reflexiones sobre un espacio natural. Así lo expresa él: “No hace falta abandonar los confines de Nueva York para obtener todo el verdor que uno necesita (Meditaciones en una emergencia)
Se podría decir, entonces que su intención es precisamente revertir ese estilo poético, dada la ironía y el tono burlón con el que se refiere a esa alabanza ya gastada de los espacios naturales y que no podemos dejar de advertir en versos como estos: “¡las hojas eran más brillantes que la hierba en la acera!” (La impaciente nota en mi puerta). En sus poemas, de hecho, se podría decir que traslada la alabanza que este tipo de poesía hace del espacio natural al bullicio de la vida contemporánea americana, al trasiego y los rascacielos de Nueva York. La expresión de estados de ánimo y de pensamientos, no se dan más en la naturaleza, sino en la urbe. Y así, parece llevar de paseo a sus lectores por las calles neoyorkinas , entre sus gentes, mientras expresa muy sutilmente entrelíneas o brevemente al final sus propios sentimientos, mayoritariamente referidos a la nostalgia y a un deseo no satisfecho: “yo toso suavemente en la niebla tóxica del deseo/ y mis ojos se humedecen dolorosamente imitando el verdadero azul” (Rapsodia)
Se podría considerar la voz de O’Hara entonces, por contradictorio que parezca a primera vista por su tono íntimo, como una voz que se erige representante de toda una sociedad, como un rapsoda que canta a su cultura, pero que igualmente expresa sus contradicciones: “pertenezco históricamente al gozo enorme de la muerte americana” (Rapsodia). Y lo lleva a cabo, o bien con un tono profundamente irónico, parodiando la épica o la elegía como hace en poemas como “Ave María” y “A James Dean”, o bien con un tono confesional como en “A un paso de distancia de ellos”, “El día que una dama murió” y otros poemas como “Personal Poem”.
Poemas de la selección: A un paso de distancia de ellos, El día que una dama murió, Rapsodia, Ave María
Otros poemas : Personal Poem, Steps, Music, Walking, Walking to work, Cornkind
5
Humor e irreverencia
O’Hara gustaba de cierta trasgresión y su poesía está permeada de ironía y de cierta irreverencia que usa hábilmente para esconderse detrás de lo que escribe y como autoparodia de él mismo y esa sociedad.
Jugando con las formas, realiza , como hemos dicho, poemas que parodian la elegía (“A James Dean”) o la épica, como en “Ave María” donde su sarcasmo sirve para criticar veladamente la hipocresía moralista de la clase media americana. También en poemas como “Chez Jane” se puede descubrir cierto sarcasmo; O’Hara parece reírse de la meditación poética del aburrimiento, de la exaltación sin motivo de los sentimientos susceptibles de convertirse en poesía: “Estate conmigo siempre, espíritu de/ruidosa contemplación en el estudio”.
Pero los objetivos de este tipo de escritura no son sólo externos; también lo es él mismo y el mismo oficio de escribir. Ejemplos de esto son dos poemas que no hemos podido incluir como “Why I Am not a Painter”, de sutilísima ironía, y “Autobiographia Literaria”, mucho más explícito. En el segundo de modo especial, el mismo O’Hara se ríe del tópico del poeta como cantor a la belleza y se muestra hasta cierto punto escéptico de su autoridad como genio.
Su sarcasmo sin duda lo hace original y divertido de leer, aunque también obliga al lector a realizar siempre una segunda lectura para intentar confirmar, analizando con cuidado las palabras escogidas, si el poeta está queriendo ser serio o, más bien, todo lo contrario. En algunos poemas incluso, se acerca a posturas abiertamente blasfemas como en el poema “Poem: Wouldn’t it be funny” o en el mismo título de “Ave María”. Esta es una advertencia para todo lector que se acerque a O’Hara y que es necesaria para que no caigamos en la tentación de “ sublimar”, “abstraer” o “poetizar” en exceso a Frank O’Hara, entre otras cosas, porque él no lo querría.
6
“Mis ojos son de un azul indefinido”: tedio, melancolía y deseo
Parece haber solo una cosa de la que O’Hara no se ríe. Pese a su frequente ligereza, hay algo que trata de modo reverencial, casi sagrado. A pesar de su aparente frivolidad en el trato de muchos temas, por lo irreverente de su lenguaje, hay una melancolía que atraviesa su poesía. Existe en él un deseo insatisfecho, una mezcla de sentimiento momentáneo y de postura existencial arraigada que aparece en bastantes ocasiones, desde el poema “Por el cumpleaños de Rachmaninoff (Ventanas azules)”, muy explícito en este sentido, hasta algunos poemas de Nueva York o sus poemas de temática amorosa (homosexual).
Hemos calificado a O’Hara de un poeta fascinado por el bullicio de la vida moderna y de la cultura tardocapitalista. Y precisamente por esa razón, no podemos dejar de mencionar lo que se adivina sus poemas, que no es otra cosa que lo que esta vida trata de ocultar y no consigue acallar: un profundo tedio y una arraigada tristeza, que se intenta anular a través de la sobreactividad.
La otra cara de esta forma de vida, es el hastío que aparece en “Chez Jane”, el azul de “Por el cumpleaños de Rachmaninoff (Ventanas azules)” y “Rapsodia”, el jazz de Billie Holiday, la pesadumbre de primera hora de la mañana que expresa “Desayuno de melancolía”.
Puede resultar chocante para el lector descubrir este aspecto de la poesía de O’Hara. Pero igual que él se resistía a la abstracción poética y siempre quería “brotar como el loto” (Meditaciones en una emergencia), tampoco quería sentirse restringido en su expresión y en su sinceridad, como expresa en “Mi corazón”. Quería alabar y acusar carencias. Quería ser ambas cosas, burlón y nostálgico, pero siempre él mismo:
“(...) y mi corazón no puedes planear sobre el corazón, pero la mejor parte de él, mi poesía, está abierta”
Poemas de la selección: Meditaciones en una emergencia, Por el cumpleaños de Rachmaninov (Ventanas azules, azoteas azules), A un paso de distancia de ellos, El día que una dama murió, Desayuno de melancolía, Mi corazón
Otros poemas: Personal Poem, Smoking, Anxiety, Morning.